Una enorme huelga de trabajadores estatales inmovilizó a Francia el pasado 10 de octubre; una manifestación de más de 100.000 trabajadores recorrió el centro de París.

Los huelguistas protestaban contra el congelamiento salarial impuesto por el gobierno para todo el año 1996 y contra el proyecto de presupuesto que, al mismo tiempo que impone aumentos de impuestos a los consumidores, reduce las prestaciones de la seguridad social y establece la privatización de empresas claves. El presupuesto del gobierno de Chirac es un ataque al conjunto de la población trabajadora, lo que explica que la huelga contara con el apoyo de la inmensa mayoría de la población (más del 60% según las encuestas). Los sindicatos denunciaron que el congelamiento de los salarios, el aumento de los impuestos y la reducción de las prestaciones de la seguridad y previsión social servirá para pagar la reducción de las cargas impositivas sobre las empresas, es decir, para aumentar los beneficios capitalistas.

La huelga general de octubre fue precedida, a fines de setiembre, por “huelgas de advertencia” en los ferrocarriles y en el correo. Las centrales sindicales anunciaron la realización de nuevas huelgas generales hasta derrumbar el congelamiento salarial.

Según voceros del propio gobierno, la alternativa es “reforma (de la seguridad social) o crisis del régimen”. Las crecientes divergencias monetarias entre Alemania y Francia provocaron una escalada especultaiva contra el franco francés que, según Clarín (11/10), hace temer una devaluación de la moneda francesa. La central patronal francesa, además, criticó al proyecto de presupuesto como “insuficiente y tímido” y al gobierno de Chirac por su “falta de coraje”.

La liquidación de conquistas históricas del proletariado es una cuestión de vida o muerte para la burguesía francesa, pero el gobierno obligado a acometer semejante tarea es muy débil.

Con la respuesta del movimiento obrero al ataque a la seguridad social, se inicia una nueva etapa de la lucha de clases en Francia.