Internacionales

25/11/2020

Perú: Uníos rompió con el Frente Amplio

¿Un paso adelante?

La Conferencia de la Izquierda Latinoamericana y de los Estados Unidos, realizada a principios de agosto de este año, fue un paso adelante del movimiento revolucionario de nuestro continente. No solo porque reunió 50 organizaciones; sino también, porque desarrolló importantes debates políticos sobre los problemas estratégicos de la revolución latinoamericana y para la formación de partidos revolucionarios. Estas polémicas no son académicas, ayudan a delimitar políticas y avanzar en la claridad, en un accionar común. Extensivo el debate ante la vanguardia obrera y revolucionaria latinoamericana y mundial, solo un sectario podría repudiar esta realidad.

Una de las discusiones más importantes giró en torno a la participación de los revolucionarios en los llamados “partidos amplios” o de “tendencias” como el PSOL de Brasil o el Frente Amplio (FA) de Perú, enfrentados a la tarea histórica de construir partidos militantes, de acción, con el objetivo estratégico de la lucha por el poder para los trabajadores.

Respecto al Perú, la organización Uníos (integrante de la UIT-CI, hermana de Izquierda Socialista de Argentina) defendió su integración en el FA, señalando que lo hacía con una política independiente y tildando de sectarios a quienes –como el PO- lo criticaron.

Finalizada la Conferencia, la polémica continuó. Taylor Rojas, dirigente de Uníos, sacó el 15/8 un artículo (¿“Por qué y cómo participamos en el Frente Amplio?”), respondiendo a las críticas del PO, del Grupo Vilcapaza de Perú y de la CST peruana (organización ligada al PTS argentino).

Allí caracteriza que el FA “por su programa y composición, es una organización centrista, en contra del neoliberalismo, no clasista ni socialista revolucionaria”. Afirma que en el FA están los luchadores del Perú con los que quieren trabajar (“¿Podemos construirnos al margen de la realidad de los luchadores y luchadoras? ¡Para nosotros, no!”).

Pero, el 2 de noviembre, Uníos saca un comunicado anunciando que han roto con el FA, porque el FA “como fenómeno progresivo (…) no existe más”, “se agotó”.

¿Qué tenía de progresivo el FA? No era clasista: ¿era aclasista? No se trata de un debate escolástico sobre el sexo de los ángeles. El FA es una organización frentepopulista, contraria a la independencia de clase de los trabajadores, que trabaja por la conciliación (“pacto social”) y no la lucha de clases. En su plataforma no plantea la lucha por un gobierno de trabajadores, sino por una “democracia participativa”, sin ningún tipo –entre otros- de “discriminación socioeconómica”: los patrones junto a los trabajadores. Es un abuso usar para este tipo de organizaciones la caracterización de “centristas” y aducir –falsamente- que Trotsky planteaba como táctica, en la década del 30, realizar entrismo en estas. Son partidos frentepopulistas burgueses.

Pero no se trata solo de un análisis sociológico, sino político. En su corta trayectoria el FA apoyó en la segunda vuelta de las elecciones del 2016, al banquero derechista Pedro Pablo Kuczynski, elegido presidente. Y posteriormente, a partir del golpe del 2018, fue una pata auxiliar del presidente Vizcarra en todas sus maniobras semibonapartistas. No se le conoce ninguna acción protagónica de lucha de las masas (solo apoyos genéricos). Se presenta como el partido del “buen vivir”, con una verborragia genérica tendiente a engatusar al electorado, sin tomar medidas concretas, ni afectar los intereses del capital. Comparado con Proyecto Sur de la Argentina, al que IS y la UIT-CI criticó ferozmente hace una década, Pino Solanas, su líder, aparece como un ‘Lenin” luchador nacionalista contra la entrega (fue baleado por sus denuncias contra la privatización petrolera). Marcos Arana, el dirigente del FA peruano, no le llega a los tobillos.

¿Se agotó qué del FA?

El comunicado de ruptura de Uníos con el FA hace un eje en la división que se planteó en ese partido ante la selección de las candidaturas para las elecciones del año que viene. Se queja de que “lamentablemente nuestro llamado a la unidad no fue escuchado por las fracciones en pugna”. Y se lamenta porque “la presentación de la plancha presidencial y sus listas al Congreso, por su composición y su construcción sin un debate programático y sin una perspectiva de independencia de clase, demuestra la cristalización burocrática y desviaciones políticas que liquidaron al FA”. Como eje de diferenciación y ruptura es débil.

Es importante considerar que estas candidaturas fueron votadas en el III Congreso del FA que se realizó el 26 y 27 de septiembre y que se aprobó, al igual que la plataforma electoral, por unanimidad, con la presencia de Uníos. El comunicado final del Congreso y la prensa burguesa resalta la presencia y adhesión del diputado de Uníos, Enrique Fernández Chacón (Cochero).

Recién 5 semanas después Uníos se aleja del FA. Muchos señalan que ha sido por un problema de candidaturas.

En su comunicado del 2 de noviembre, Uníos proclama que ahora sí va a luchar por un nuevo partido “con un programa político consecuentemente anticapitalista” que intervenga “de forma consecuente (en) las luchas del pueblo trabajador (…) en el camino de la pelea por un gobierno de los trabajadores sin empresarios ni burócratas que nos permita poner a disposición todos los recursos del país con una planificación democrática de la economía para resolver las necesidades del pueblo trabajador y no de las ganancias de los grandes empresarios” (¿sin expropiación del gran capital?).

Todo paso de ruptura de un agrupamiento de izquierda con el ‘centrismo’ frentepopulista es, evidentemente, un progreso. Pero, para que sea real, debe analizar concretamente cómo ha caído en ese terreno. De lo contrario se le dificultará su corrección. Por otra parte, la UIT-CI (ver nota de Brasil) más que nunca plantea permanecer dentro del PSOL (una variante del Frente Amplio) que marcha aceleradamente hacia la formación de un frente popular.

Por último, las posiciones de Uníos frente a la crisis que se está desenvolviendo en el Perú, han sido contrarias a una política de independencia de clase. En el golpe que destituyó a Vizcarra, la bancada del FA se dividió: una parte votó a favor y otra en contra de la ‘vacancia’. Cochero, el diputado de Uníos votó con una parte del FA por la destitución de Vizcarra, se alió a uno de los bandos burgueses en disputa. También habría votado –de acuerdo a informaciones periodísticas- para que su ex compañera de bloque del FA, Mirtha Vázquez, asuma como presidenta de la Unicameral. La burguesía buscó entre los diputados que no votaron la destitución de Vizcarra para elegir a Sagasti (Partido Morado) y a Vázquez (FA) como presidentes de la Nación y de la Unicameral, respectivamente. Con una rebelión en la calle volteando al presidente Merino, elegir un diputado que apoyó el golpe hubiera sido una provocación al movimiento de lucha. Rápidamente, antes que el canto de un gallo, el FA, el partido del “buen vivir”, pasó a jugar un papel central en la constitución de un gobierno de emergencia para salvar al Estado burgués de los embates de las masas.