Por la victoria de los petroleros norteamericanos


El Sindicato de Metalúrgicos (USW) habría llegado a un principio de acuerdo nacional con la Royal Dutch Shell para poner fin a la huelga de los trabajadores petroleros de Estados Unidos, por salario digno y mejoras en las condiciones y seguridad laboral, y que llevaba mes y medio desde sus inicios el 1º de febrero de este año. “Los rumores del levantamiento de la medida de fuerza ya han presionado a la baja al mercado accionario de futuros en materia de hidrocarburos” (Bloomberg, 13/3).


 


El acuerdo incluiría un aumento salarial del 12% en cuotas a cuatro años, y varias concesiones a la patronal como la continuidad del mecanismo dónde el trabajador paga, al menos, el 20% de lo que debería ser un aporte patronal para su seguro médico (World Socialist Web Site, 13/3).


 


Desde el 4 de marzo que se habían reanudado las negociaciones entre USW y Shell (representa, aparte, a otras petroleras como Exxon, Chevron, British Petroleum, etc.). En las anteriores reuniones, el sindicato debió rechazar siete propuestas de conciliación por parte de la patronal. Esto se debió únicamente a la presión de los propios trabajadores de base. La burocracia del USW ha hecho todo lo posible para contener la medida. Es que ella mantiene relaciones y negociados con las empresas y con el propio gobierno de Obama, de cuyo partido Demócrata es gran aportista. Por eso se explica su reticencia a llamar a una huelga general de todos los más de 30.000 trabajadores petroleros que ponga entre la espada y la pared a todo el establishment productor yanqui, y en cambio solo ha llamado al paro a un 10% del sector y lo ha ido aumentando a cuentagotas. Hasta el principio de acuerdo, 7.000 eran los trabajadores en huelga, en más de 20 refinerías y petroquímicas a lo largo y ancho del país que comprenden el 20% de la producción refinera yanqui. En esta misma línea atomizadora del movimiento obrero, el ‘acuerdo nacional' “serviría de espejo para que las empresas negocien contratos locales. Las unidades -individuales- del USW podrán continuar la huelga en caso de que dichos acuerdos locales no se condigan con el nacional”, o sea que si en cierta planta la patronal no cumple, sus trabajadores deberán luchar en soledad, sin respaldo del sindicato a nivel nacional.


 


La Shell blandía el argumento de la crisis mundial y la caída del precio del petróleo para justificar los bajos salarios y la inversión actual en materia de condiciones laborales. Sin embargo, a pesar de la baja cotización del crudo, las ganancias de los pulpos siguen siendo descomunales, 90 mil millones el último año. “Desde 2009, el crecimiento de las compensaciones a gerentes y CEO es de un 50% mayor al de los salarios al personal” (Bloomberg, 20/2). Queda, por lo tanto, irrisorio el aumento del 12% en cuotas a cuatro años obtenido por el USW para los petroleros.


 


Mientras, el salario real cae en picada, como el de los trabajadores de la industria automotriz, que ha decrecido en un 24% desde 2003 (ídem). La situación de precariedad se extiende a toda la clase


obrera norteamericana, a los más de cinco millones de trabajadores que enfrentan renovaciones salariales este año, a su juventud, estudiantes y minorías como la afroamericana que suman la desocupación y la violencia policial.


 


La movida para duplicar el salario mínimo en Seattle, las grandes movilizaciones de los trabajadores de Walmart por la hora de 15 dólares, y la última gran huelga de nueve meses de los portuarios de la Costa Oeste, son indicio de una clase obrera en ebullición.