¿Por qué Lula no pudo recibir a Kirchner en el Planalto?

Kirchner se quedó el miércoles 11 sin poder pasar por el Palacio del Planalto. Tuvo que recalar en la residencia de Lula, debido a que más de 30.000 trabajadores ocuparon el miércoles las calles de Brasilia para protestar contra la miseria salarial y la reforma jubilatoria privatista y antiobrera que propugna el gobierno. Hace muchos años que no se veía una multitudinaria concentración de trabajadores sin la presencia protagónica de las banderas del PT. Los líderes “petistas” en el Congreso fueron chiflados y agredidos cuando asomaron las narices por los alrededores de la manifestación. Los “disidentes” que rechazan la reforma y están amenazados de expulsión fueron aclamados.


Al mismo tiempo, se extiende un clima de “radicalización en el campo” (Folha de Sao Paulo, 12/6). Antes de cumplirse los seis meses del gobierno de Lula, las ocupaciones de tierras superan en número a todas las del año pasado, bajo el gobierno de Cardoso. La semana previa, “Lula fue silbado por primera vez en un congreso de trabajadores… (que así tuvo) un aviso sobre la creciente impopularidad de la política económica” (Clarín, 5/6).


Lo cierto es que la política económica oficial ha entrado en un callejón sin salida. El vicepresidente Alencar, un poderoso empresario de la industria textil, ha salido a cuestionar las altísismas tasas de interés, el elevado superávit fiscal para pagar la deuda y el acuerdo con el Fondo Monetario. La burguesía nativa no cuestiona los planes de “flexibilización laboral” pero sí “que los bancos tengan ganancias récord desde que Lula asumió el poder” (ídem), esto cuando se generaliza la parálisis económica. La producción industrial cayó más del 4% en abril y los índices de desempleo treparon al 20% en las principales capitales.


A caballo de esta situación, el viejo caudillo nacionalista burgués Lionel Brizola, acaba de retirarse de la coalición del gobierno. A principios de junio, el nuevo presidente de la Corte Suprema, viejo simpatizante del PT (y de Lula), dijo “la reforma jubilatoria no pasará por el Poder Judicial”. Pocos días después, el Consejo de Desarrollo Económico y Social que asesora al Poder Ejecutivo planteó la necesidad de rebajar rápidamente las tasas de interés, contra la orientación que sigue el Banco Central.


En este contexto, el conflicto planteado entre los llamados “radicales del PT” y la dirección ha pasado momentáneamente a un segundo plano y la propia cúpula partidaria postergó la reunión concebida para discutir la expulsión de éstos. Además, un grupo de parlamentarios petistas que no forma parte del grupo de la izquierda se sumó a las críticas a la actual política económica y propone también enmiendas al proyecto de privatización de las jubilaciones. En función de todo esto, el gobierno aumentó su “base parlamentaria” pactando una alianza con el partido de Sarney, un viejo cacique nordestino que comenzó su carrera en las filas de la dictadura militar de los años ‘60 y ‘70. El Pmdb tendrá entonces un ministro en el gabinete de Lula.


Entre los disidentes de la Cut y en las alas “críticas” del PT es mayoritaria la tendencia a identificarse con los planteos de la burguesía que choca con la política “neoliberal” del gobierno.


Estamos en el debut de una nueva etapa en Brasil. Sobre la base de la acción directa estimulada por las reivindicaciones contra la privatización de las jubilaciones y por los aumentos salariales, el movimiento de los trabajadores debe trazarse una nueva perspectiva. Que el PT rompa con la burguesía, disuelva el Congreso, llame a una Asamblea Constituyente soberana y reorganice a Brasil sobre nuevas bases sociales.