Primer aniversario del ’15-M’: Los ‘indignados’, un año después

El fin de semana del 12 y 13 de mayo, al cumplirse un año del inicio del movimiento de los ‘indignados', en España se realizaron decenas de movilizaciones y actividades en las principales ciudades. Las movilizaciones fueron un golpe para quienes se habían apresurado a dar por agotado el movimiento: centenares de miles de personas se movilizaron en todo el Estado español, particularmente en Madrid y Barcelona. Hubo más de medio millar de detenidos por los avances policiales contra quienes pretendían volver a montar campamentos, como durante el verano pasado. A diferencia de lo ocurrido en otras manifestaciones, como las de la huelga general del 29 de marzo, en esta ocasión las crónicas dieron cuenta de una menor presencia organizada de los sindicatos, así como de banderas o símbolos nacionalistas. Las consignas de la convocatoria eran el rechazo a los rescates a los bancos; garantía de vivienda, educación y sanidad públicas y de calidad; el rechazo a la precariedad y a la reforma laboral, y una ‘renta básica universal'.


Durante este año, los ‘indignados' han protagonizado una enorme cantidad de actividades, desde ‘huelgas de consumo' y movilizaciones para impedir desalojos, hasta escraches a bancos, centenares de movilizaciones y acampes, así como han coordinado actividades con la juventud de otros países. Sigue dominando en sus filas un planteo ‘horizontalista' y crítico con la toma de posiciones políticas. Se ha desarrollado un planteamiento programático bajo el nombre de ‘Democracia Real Ya', una plataforma que actúa como virtual coordinación del movimiento. DRY se define como una "red de personas coordinadas y sin líderes", "horizontal y sin representantes", que reivindica la "desobediencia civil".


Su plataforma programática (democraciarealya.es) combina algunos planteos contra la corrupción con demandas económicas. Contra el desempleo, proponen el "reparto del trabajo fomentando las reducciones de jornada y la conciliación laboral hasta acabar con el desempleo estructural", la jubilación a los 65 años y el restablecimiento del subsidio a los parados, pero también "bonificaciones para aquellas empresas con menos de un 10% de contratación temporal". Exigen la "expropiación por parte del Estado de las viviendas construidas que no se han vendido, para colocarlas en el mercado en régimen de alquiler protegido". También ocupan un lugar los reclamos por una mejora en los servicios públicos, particularmente la salud y la educación, en medio de durísimos ajustes. Un capítulo especial merece el problema bancario: DRY reclama la "prohibición de cualquier tipo de rescate o inyección de capital" y demanda que "aquellas entidades en dificultades deben quebrar o ser nacionalizadas para constituir una banca pública bajo control social"; reivindica explícitamente la llamada "Tasa Tobin", que debería gravar las transacciones financieras. En lo político, reclama medidas como "referéndums obligatorios y vinculantes para las cuestiones de gran calado que modifican las condiciones de vida de los ciudadanos" y para "toda introducción de medidas dictadas desde la Unión Europea". O sea que defiende la Unión Europea -que es el régimen político del ‘ajuste' o ‘austeridad'.


Se trata de un movimiento joven, cuya plataforma da cuenta de contradicciones abismales. Que haya discusiones permanentes no quiere decir que la claridad se abra paso -o al menos una delimitación de posiciones. El padre ‘espiritual' de los indignados, el francés Stéphane Hessel, acaba de apoyar públicamente a François Hollande. No se pueden juzgar las limitaciones de los planteos programáticos del movimiento 15-M y su crítica a "la política" en general sin poner de manifiesto la enorme adaptación de la izquierda al régimen político del Estado español y al papel reaccionario de la burocracia de los sindicatos ‘socialistas' y ‘comunistas' en las últimas tres décadas.