Protestas en Irak


La capital de Irak, Bagdad, junto a otras ciudades (del centro y sur), han sido escenario de intensas protestas, que se extendieron luego por todo el país. A finales de agosto, centenares de miles de personas reclamaron contra la corrupción de los funcionarios. La consigna coreada fue: “queremos la disolución del parlamento”. La movilización, que unió tanto a sunitas como chiítas, buscó hacer frente también a la falta de suministro eléctrico (bajo olas de intenso calor que rozan los 50°), de agua y de servicios públicos; al crecimiento del desempleo y del hambre. La Universidad Johns Hopkins de Baltimore, en los Estados Unidos, estima que la guerra, desde la invasión yanqui en 2003, ya se cobró la vida de más de medio millón de personas. Según el diario español El País, los trabajadores “(atribuyen) la incompetencia de sus gobernantes al reparto de cargos de acuerdo con la filiación étnica y confesional establecido tras el derribo de Sadam Hussein” (28/8).


Al compás de estas movilizaciones, se expresan crudas contradicciones en el poder político, ya que si bien el primer ministro, Haider al Abadi, anunció una batería de reformas, como la creación de un comité para “revisar” las transferencias de propiedades estatales que se han apropiado algunos funcionarios, la reducción de los ministerios y la eliminación de cargos (vicepresidente y vicepremier), debería enfrentarse para eso contra las propias milicias de las que es aliado para enfrentar al Estado Islámico (que superan las fuerzas del ejército). A esto se añade el derrumbe mundial del precio del petróleo, el déficit fiscal, la deuda pública y la fabulosa fuga de capitales que ha experimentado el país en los últimos meses. El avance del grupo yihadista sunita, Estado Islámico (apoyado y financiado por los Emiratos Arabes y Arabia Saudita) sobre casi la mitad país, y en especial Mosul y Fallujah (donde domina varios yacimientos petrolíferos, refinerías y centrales eléctricas), ha inducido al gobierno a priorizar los programas militares. Detrás de esta excusa, se esconde, un objetivo primordial, el sojuzgamiento de las masas.