El Partido Socialismo y Libertad (PSOL) obtuvo el 1,6% de los votos a nivel nacional, el doble de la elección anterior, pero lejos del 7% que alcanzó en 2006. En algunos lugares, como Río de Janeiro, tuvo una performance destacada y consagró diputados nacionales. El resto de la izquierda, incluyendo al PSTU, hizo una elección marginal.

El PSOL caracteriza el segundo turno como “más de veto que de voto”. “Orienta a sus militantes a tomar libremente su decisión”, una fórmula que tiene en cuenta que figuras destacadas y diputados electos del PSOL ya han llamado a votar por Rousseff. Interpreta que Neves implicaría un viraje hacia la derecha, pero soslaya que es la propia Dilma la que emprenderá ese giro en caso de triunfar, luego de dos décadas de política capitalista y terrateniente. En el último debate presidencial, con candidatos evangélicos en todas las listas, Luciana Genro, la candidata trotskista del PSOL, creyó oportuno declarar que “la esencia de la religión es el amor” (tweets del último debate presidencial, 4/10). Quizá hubiera sido mejor denunciar la penetración de todas las iglesias en los principales partidos.

Cuando se escindió del PT, el PSOL hizo un llamado a recrear “el PT de los orígenes”. Ahora llama ahora a votar al 'PT actual', gestor de los intereses capitalistas en alianza con fuerzas tan reaccionarias como el PMDB. El que no encuentra sus orígenes, veinte años después de su aparición, es el PSOL.

La izquierda revolucionaria tiene el deber de denunciar el carácter capitalista y ajustador de los partidos en liza, frente a un electorado que votara con resquemor Dilma Roussef o se abstendrá.