Putin da garantías al régimen sionista


La movida militar rusa en Siria vino precedida, entre otras cosas, por un encuentro entre el primer ministro ruso, Vladimir Putin, y su par israelí, Benjamín Netanyahu. Allí, Rusia dio garantías de que el nuevo operativo militar no comprometería los intereses estratégicos de Israel. Señal de ello es que el régimen sionista volvió a lanzar misiles contra posiciones del ejército sirio en las alturas del Golán, respondiendo, según sus autoridades, a un ataque previo de morteros provenientes de esa zona. Rusia hizo la vista gorda a este episodio pese a la encendida defensa que hace de su aliado sirio, Bashar al-Asad, en Naciones Unidas.


 


Netanyahu, a su turno, ratificó su compromiso de no apoyar a ningún sector de los que se proponen deponer a al-Asad. Pero lo más significativo es que Putin le dio luz verde a Israel para que “siga operando en Siria, e impidiendo el traslado de armas avanzadas hacia los arsenales de (las organizaciones opositoras) a esa zona fronteriza con Israel” (The Economist, 23/9). De acuerdo con fuentes israelíes, el gobierno sionista estaba satisfecho con la decisión de Moscú de dosificar la presencia militar de Hezbollah y de Irán en la región, de modo de impedir que crezca aún más su ya significativa influencia en Siria.


 


Esta colaboración entre ambos mandatarios viene de antes. Israel se ha cuidado bien de no venderles armas a los rivales de Rusia, como Ucrania y otras naciones fronterizas. Netanyahu cierra los ojos a las actividades rusas en su frontera, incluido el funcionamiento de la GRU (Inteligencia militar rusa), situada en el lado sirio del Golán. Rusia, a su turno, sigue suministrando armas a los enemigos de Israel pero aceptó ciertas exigencias del régimen sionista, entre ellas no entregar a Irán ciertos dispositivos avanzados como, por ejemplo, el sistema antimisiles S-300.


 


Esta aproximación a Rusia se inscribe en una política de más largo aliento del régimen sionista, que apunta a una diversificación de sus alianzas que incluye también a otras potencias regionales, en especial Egipto y Arabia Saudita. Israel busca reaseguros frente a la declinación de la influencia norteamericana y al hecho de que Medio Oriente es un polvorín cada vez con una mayor carga explosiva.


 


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