Qué clase de Estado es Israel

Que Israel es un “Estado terrorista” como afirma el Mas en Solidaridad Socialista (Nº 479) es una afirmación justa, pero dentro de determinadas condiciones.


No son precisamente las que sustentan la “tesis” morenista. Para éstos el Estado sionista es “imperialista”, lo cual significa, si nos atenemos a los conceptos y categorías del marxismo, que Israel alguna vez pasó por un período de transformaciones revolucionarias y  “democráticas”. Además, estaríamos ante un cuestionamiento de las tesis de Lenin y Trotsky acerca de la época imperialista, en la que no hay lugar para la aparición de nuevas naciones imperialistas.


Moreno, (ver PO Nº 425), integró durante casi 20 años el “Secretariado Unificado” (pro-sionista), y a pesar de ser tan proclive a crear “sellos” en cualquier latitud del planeta, “curiosamente” nunca fundó un grupejo en Israel ni entre los palestinos. El “Matzpen”, organización israelí y única que se le haya conocido al SU se oponía a “una Palestina democrática, independiente, en donde todos los ciudadanos gocen de la igualdad de derechos, independientemente de su religión” , es decir a reconocer el legítimo derecho a “autodeterminación” de Palestina. El dirigente belga-israelí —Nathan Weinstock— defendió en un largo libro titulado sugestivamente “El sionismo contra Israel”, la necesidad de la “des-sionalización” del Estado sionista (sic).


 


Israel: Una semicolonia del imperialismo yanki


El Estado de Israel es una nación artificialmente creada por un acuerdo internacional entre el imperialismo norteamericano y la burocracia rusa, que nació como una “semicolonia” yanki. La opresión nacional que ejerce el sionismo sobre el pueblo palestino es a cuenta del imperialismo, lo que es sufrido en diverso grados por las masas de toda la región, incluídas las israelíes. El Estado sionista, es una “cuña” o “pivote” de la opresión imperialista.  Es también el caso del Líbano, que hasta 1975 fue una colonia financiera del imperialismo francés, dominada por una ultraminoría nacional (cristiano-maronita) que le impuso un carácter confesional (igual que en Israel) a toda la organización estatal.


Lenín llamó la atención acerca de ciertas similitudes “formales” entre países “colonialistas”, lo que no significaba que tuvieran un igual carácter “imperialista”. Se refería así, por ejemplo,  a  Portugal,  país  al  que   trató  de  “vasallo”  o  “ ‘anexión’ de Inglaterra en el sentido económico”. La propia Rusia zarista, el “imperio” contra el que se levantó el bolchevismo, era una “semicolonia” de los imperialismos francés e inglés, que sojuzgaba brutalmente a decenas de nacionalidades.


La opresión maronita sobre las mayorías musulmanas del Líbano; al igual que la opresión de la monarquía hachemita de Jordania sobre las masas palestinas de la Cisjordania hasta 1967, o la de Egipto, sobre la franja de Gaza (primero por parte de la monarquía y luego de Nasser), o la de los primeros junto a los sirios, que desde 1975 mantienen medio Libano “ocupado”  y sojuzgan a los campamentos de refugiados palestinos; todas ellas son manifestaciones de opresión nacional, que al igual que la sionista, aunque en diferente grado, está (o estuvo) al servicio de la perpetuación de la dominación imperialista y de todos los regímenes totalitarios semiburgueses y semifeudales (Estados semicoloniales) que gobiernan la estratégica región del Levante y de todo el Medio Oriente.


De todo esto se desprende una conclusión: la opresión nacional no es una categoría suficiente para calificar a un Estado de “imperialista”.  El ejercicio efectivo de la dominación mundial sin medida del imperialismo es impuesto de diversas maneras, incluyendo la “indirecta” —y no por esto menos implacable— que ejercen las burguesías de los países semicoloniales, que actúan también como opresoras sobre otras nacionalidades.


El imperialismo es una categoría social que implica mucho más que la opresión nacional. Sugerimos volver a leer “El Imperialismo…” de Lenin.


 


“Nazista”:  ¿el Estado sionista o Moreno y sus epígonos?


Mediante el recurso, más aparente que real, de la lógica formal, Moreno desprendió del carácter “imperialista” del Estado sionista su condición de “Estado (sic) nazista”.


El terrorismo que indiscutiblemente practican los sionistas contra el pueblo palestino, por mayores que sean sus similitudes con el de Hitler, no permite “identificar” a uno y otro régimen políticos. (El nazismo, por otra parte, no es “un Estado”, es una forma de organización de éste, que sigue siendo capitalista). Y esto no por razones “morales”  sino históricas; el nazismo fue la expresión de un fenómeno particular de descomposición extrema de una nación capitalista plenamente desarrollada (imperialista) y de una forma de guerra civil contra el proletariado del propio país.


 


Las “formas” confundieron, una vez más, al agudo “analista”, quien conoció muy bien el ejercicio “formal” de las maniobras (y de las trapisondas), pero nunca pudo elevarse al ejercicio de la lógica dialéctica o materialista.


Esta particular manera de ver ha llevado al Mas, con motivo del atentado a la AMIA, a afirmar lo siguiente: “La prensa imperialista quiere hacer creer que la tragedia de Ruanda es la más grande después de la Guerra. En realidad ese primer ‘trofeo’ genocida lo compartieron el imperialismo y el sionismo en Palestina en 1948, cuando consumaron la matanza de más de 400 mil palestinos y convirtieron en ‘refugiados’ a más de millón y medio”.


¿Qué necesidad hay de multiplicar por 400 las víctimas de las matanzas sionistas del 48/9 y de “inflar” la  cifra de los “refugiados” por lo menos en 500 mil? ¿Acaso esos crímenes de lesa humanidad, esas matanzas de Deir Yasin y otras aldeas en la guerra del 48/9, no fueron aún así una “minucia” respecto a las producidas en 1982 en El Líbano por el propio sionismo; o a las de 1970 en Jordania en el “septiembre negro”  del rey Hussein; o a las de los jeques de Kuwait y las tropas norteamericanas después de la recuperación del país en la guerra del golfo? ¿Quién oculta algo aquí?


Por eso si de “trofeos” se trata, el morenismo se ha ganado con este texto de Solidaridad —por omisión explícita— el “gran premio” a la apología del principal factor de contención y derrota del movimiento obrero y campesino de Palestina, del Medio Oriente y mundial durante todo ese largo período histórico de 50 años: esto es, la burocracia totalitaria de la URSS, no mencionada ni una vez en los “sesudos” artículos que pueblan las páginas centrales de Solidaridad Nº 479. El morenismo se ha olvidado “tan solo” del resto del 99% de los explotados de este planeta, que también protagonizaron luchas, y sin lugar a dudas sufrieron también “algunas” derrotas ( y matanzas) que dejan empequeñecidas todas las matanzas juntas del sionismo y de los regímenes totalitarios árabes del Medio Oriente. ¡Qué decir de las matanzas multitudinarias —estas sí, verdaderamente de cientos de miles, y algunas hasta de millones de explotados— de la India, Grecia, Argelia o Vietnam, inmediatamente después de la guerra; de las guerras de Corea y de Argelia en los ’50, de Indonesia en los ’60, de la guerra de Vietnam, de la guerra civil en Camboya, de la guerra de Irán-Irak en los ’80 (que el imperialismo y la burocracia dejaron “hacer” y dejó un tendal de 8 millones de víctimas fatales, probablemente la más terrible masacre humana desde la posguerra),  ¡¡de la reciente guerra contra Irak que en sólo una semana masacró a 500 mil trabajadores, de la guerra presente en la ex-Yugoslavia, etc., etc.!!


No estamos solamente ante un “desplante” del Mas. Moreno fue el autor de toda una versión “izquierdista” del panfleto antisemita conocido mundialmente como “Los Protocolos de los Sabios de Sión”, que buscaba culpar a los judíos de todos los males terrenales.  Para Moreno un planteo “no racista” en Palestina consistía en “la fórmula” que “nos parece muy buen(a): que los racistas judíos sean echados de Palestina… hoy el racismo árabe frente a Israel es progresivo: destruye el Estado sionista” (Correo Internacional, 9/82). La fórmula trotskista de la destruccioón política del Estado sionista fue transformada por Moreno en un nuevo llamado al “exterminio” de los judíos, a manos del “racismo”, practicado por los jeques-burgueses y señores feudales del Medio Oriente, expresión ésta —a fines del siglo XX— de un fenómeno “progresivo”. Como se ve, el morenismo no tenía desperdicio, ni lo tiene, es decir, es desperdicio puro.