“Que se vayan todos” a la yanqui

El Tea Party, movimiento popular ultraderechista -a la vera de los partidos tradicionales, pero incidiendo cada vez más fuertemente en el republicano- moviliza a una parte muy pequeña de la población (The New York Times, 15/9). Sin embargo, interpelan el hartazgo de la población con el establishment político. Una reciente encuesta de The New York Times reveló que la mayoría de los votantes desconfía hoy tanto de los demócratas como de los republicanos: “Es la primera vez en mucho tiempo que se acude a elecciones con dos tercios de los votantes diciendo que ninguno de sus representantes merece quedarse” (La Nación, 19/9).

No sólo “es la economía…”

Centro de la crisis capitalista mundial, en Estados Unidos uno de cada siete de sus habitantes ya es pobre, el desempleo aumenta (10%; un 25, si sumamos los subempleados y los que dejaron de buscar trabajo). La peor situación social en 45 años.

En este contexto, la ultraderecha es la única voz de protesta audible en Estados Unidos. A pesar del reguero de despidos y ataques a las condiciones de vida de los trabajadores, las organizaciones obreras están paralizadas. Se prepara una movilización de los organismos de derechos civiles y sindicatos para el 2 de octubre, pero para dar su apoyo a la campaña electoral del Partido Demócrata. Un analista destaca el repetido hecho de que “el movimiento obrero hace todo por los demócratas, pero no recibe nada a cambio” (Corriere della Sera, 15/9). Mientras tanto, aunque sea básicamente un movimiento pequeño burgués, el Tea Party ha sabido utilizar bien el descontento en la clase obrera, especialmente la blanca, que está abandonando en masa al Partido Demócrata (un aviso de la O’Donell la definía como “la candidata de la clase trabajadora”). El movimiento de los inmigrantes ha sido llevado -por ahora- a la parálisis por sus dirigentes, siguiendo también los tiempos y la política de los demócratas.

En 1964, un movimiento similar, encabezado por el fascistizante Barry Goldwater, hizo sapo, desapareció enseguida, aunque el relevo lo tomó Nixon. La situación es mucho más grave que entonces porque hoy hay varias guerras en curso, no una como la de Vietnam, y una crisis social demoledora. El Tea Party expresa la desesperación de la pequeña burguesía norteamericana, debidamente aceitada por magnates como Rupert Murdoch, que controla la cadena Dow Jones-The Wall Street Journal. Pero Estados Unidos no está preparado todavía para el fascismo; antes, es probable que el Tea Party desate un backlash -una reacción en sentido contrario de las masas.