“¿Qué ves Altamira que yo no veo?”

En noviembre pasado dejamos pasar una entrevista que Clarín (21/11) le hizo al escritor David Viñas -que se destacó en política, por sobre todo, como un inspirador intelectual del frondizismo, y que mucho más tarde fue candidato de relleno de Izquierda Unida. La entrevista gira en torno de la literatura, la militancia y la intelectualidad, pero cuando se desvía hacia “la organización obrera” – “En una gran crisis”, según Viñas- el escritor sorprende con lo que parece un exabrupto: “Tendría que hacer -dice- el análisis de Palabra Obrera (sic, se refiere al Partido Obrero), de su vocero. Tiene (dice en referencia a éste) la retórica de la vieja izquierda. Yunque, Almafuerte, Altamira… ¿Altamira? ¿Qué ves vos (por Altamira) que yo no veo? (se pone la mano como visera). Está atorada la izquierda…”.

Dejamos pasar estas observaciones, en su momento, porque son muy exiguas para un análisis o cometario. Ahora, sin embargo, cobran actualidad, aunque no porque equiparen la retórica de Altamira con la de Yunque y de Almafuerte. La comparación es, claro, un elogio, pero aún más la admisión de que el PO tiene una retórica, algo que solamente ocurre con tendencias políticas de personalidad definida y concluyente. Lo que da actualidad a lo que dice Viñas en la entrevista es el proceso revolucionario que se da en las naciones árabes y en particular en Egipto. Porque lo que Viñas no ve, incluso con la ayuda de la mano en la visera, es la bancarrota capitalista que pone de manifiesto la crisis mundial presente y, por sobre todo, sus consecuencias políticas: la creación de situaciones revolucionarias y la irrupción de revoluciones.

Viñas, escuetamente, es cierto, expone el punto de vista convencional de la izquierda, que ha perdido por completo su carácter revolucionario -si es que alguna vez lo tuvo. Los aliados pasados de Viñas se encuentran hoy en las filas de los K o de Pino -vaya antigüedad si las hay. Para esa izquierda, la crisis del capital es un episodio que sirve para reafirmar su imbatible dominación, no la manifestación de su carácter transitorio y de la inevitabilidad de las revoluciones sociales y socialistas. La lucha política es también una lucha de previsiones y de pronósticos, porque ellas son la base de la organización y de la acción políticas.