“Queremos participar en el gobierno de Batlle”

No habían pasado 48 horas de su derrota en la segunda vuelta de las elecciones uruguayas, cuando “el EP-FA salió a presentarse como un interlocutor válido para la formación del próximo gobierno que liderará el presidente electo Jorge Batlle. Al menos eso hicieron –sigue la información de Página 12 (1/12)– el senador electo por la coalición de izquierda José ‘Pepe’ Mujica, y el ex candidato a vicepresidente, Rodolfo Nin Novoa”. La selección no podría haber sido mejor porque uno y otro representan a la izquierda y a la derecha, respectivamente, del Frente Amplio. Claro que Nin Novoa fue todavía más brutal cuando declaró al EP-FA “celoso guardián de este acuerdo que (tiene) puntos de contacto con nuestra propuesta, hecho por los dos partidos ganadores y al cual la gente le depositó sus expectativas y esperanzas” (La República, 1/12). A la luz de esto, ya es muy difícil que se pueda cuestionar que el EP-FA es la cara centroizquierdista de las alternativas proimperialistas en Uruguay. Claro que el propio Tabaré Vázquez ya había anunciado, apenas reconoció su derrota electoral, que iba “a trabajar al servicio del país junto a los vencedores” (La República, 30/11). El diario derechista El Observador calificó a los dichos de Tabaré como “una grata sorpresa” y destacó que el ex candidato del EP-FA afirmó que el éxito de Batlle “será en beneficio de todo el pueblo” y que los uruguayos “no pueden quedar rehenes de confrontaciones electorales” (30/11).


El tupamaro Mujica hizo el registro más alto de esta sintonía. “Tendremos, dijo (ver Página 12, 1/12), una enorme responsabilidad luego de estas elecciones, por lo que tendremos que lograr algunos acuerdos mínimos con Batlle en temas importantes como el presupuesto y la conformación de los entes públicos”. No se trata de una responsabilidad frente a las masas sino del apetito de puestos remunerados. En relación con esto, “El diario El Observador aventuró que el gobierno podría ofrecerle a la izquierda las carteras de Educación y Salud Pública” (Página 12). Aunque la versión sea, en nuestra opinión, absurda, porque sabemos que esos puestos el imperialismo se los reserva a los Llach, la política está perfectamente definida. Se trata de su colaboración con el gobierno del gran capital uruguayo e internacional. “(El frenteamplista) Couriel dijo ayer en el programa En vivo y en directo de Radio Sarandí, que de tener ‘algún’ chance de participar en el gobierno, la coalición no lo va a rehuir” (El Observador, 2/12). Pero para Batlle todo esto no tiene por ahora sentido alguno, porque en toda la campaña electoral se ha presentado como el candidato que pretende imponer en Uruguay un régimen de ofensiva contra los trabajadores, no de condicionarlo a acuerdos parlamentarios o de cualquier tipo.


Queda confirmado el acierto de la caracterización que hemos hecho del EP-FA, desde estas páginas, en la campaña electoral uruguaya.