Quiebra del monopolio Eurotúnel

Después del francés-norteamericano Eurodisney, del italiano Ferruzzi y del alemán Metallgeselchaft, un cuarto gran monopolio capitalista europeo gigantesco va a la quiebra. Se trata del promocionado Eurotúnel, la empresa franco-británica que construyó y opera el ferroducto submarino que une Francia y Gran Bretaña por debajo del Canal de la Mancha. Para evitar la declaración formal de la quiebra, Eurotúnel suspendió por 18 meses el pago de intereses sobre su enorme deuda bancaria, que asciende a 12.400 millones de dólares, y encara la tercera refinanciación de su deuda bancaria en apenas cinco años.


“Todos los progresos alcanzados –declara uno de los copresidentes de Eurotúnel, el francés Patrick Ponsolle– son vanos frente al peso insostenible de los intereses sobre la considerable deuda acumulada en el curso de los años de construcción” (Le Monde, 15/9). Aunque se ha convertido en el primer transportista de automóviles entre Francia y Gran Bretaña, “aun en la temporada pico veraniega no ha podido generar los recursos suficientes para hacer frente al pago de intereses”  (Ambito Financiero, 22/9). La “performance” de la poderosa Eurotúnel –orgullo de la ingeniería europea y símbolo de la unidad continental– no se diferencia, en nada, de la de los países tercermundistas.


El derrumbe financiero del Eurotúnel provocó una caída del 60% del valor de sus acciones, las cuales se encuentran repartidas entre más de 780.000 accionistas, la mayoría pequeños ahorristas que “quisieron dejarle un ahorro a sus hijos”  (Le Monde, 16/9). Pero como estos accionistas carecen del capital necesario para hacer frente a las deudas bancarias, los bancos transformarán las deudas en acciones; al mismo tiempo que semejante “solución” provocará una nueva reducción del valor de las acciones en manos de los pequeños ahorristas, tendrá un “efecto desastroso sobre los bancos” (ídem), que se verán obligados a pasar a pérdidas hasta el 30% de sus acreencias. La onda expansiva de la “refinanciación” afectará a los bancos franceses (“ya en muy mala situación” – ídem) y a los británicos pero, por sobre todo, a los japoneses, que fueron los principales financistas del proyecto. Las pérdidas del Eurotúnel se sumarán a la montaña de “malas deudas” acumuladas por los bancos japoneses en su propio país.


Todo esto explica los desesperados llamados de la empresa, sus accionistas y banqueros a un “salvataje” estatal … sin importarles los enormes déficits fiscales británico y francés ni la imposibilidad de llegar a un “reparto equitativo” de las pérdidas entre Francia y Gran Bretaña.


La “virtual quiebra del Eurotúnel” (ídem) retrata la agudeza de la crisis capitalista, que diariamente “evapora” capitales por millones de dólares.