Quién es y dónde está el enemigo

El juicio a Bradley Manning


bradley_manning_2Bradley Manning, el soldado acusado de dar a conocer cientos de miles de documentos secretos, fue absuelto del más grave de los cargos que se le imputaban -ayuda al enemigo- por el tribunal militar que lo juzga en Fort Meade (Estados Unidos). Pero el mismo fallo que lo "salva" de la prisión perpetua, lo condena a 136 años de prisión por otros 19 cargos, entre ellos, extravío de bienes públicos, fraude, desobediencia y espionaje. El proceso para determinar el alcance concreto de la sentencia se desenvolverá a lo largo de todo agosto.


Bradley se convirtió en el principal informante del sitio web WikiLeaks -la organización fundada por Julián Assange-, hoy refugiado en la sede de la embajada de Ecuador en Londres. A través de esta "filtración", el mundo pudo conocer el video que muestra cómo un helicóptero norteamericano mata a un grupo de civiles y a dos periodistas iraquíes de la agencia Reuters en Bagdad (2007), o los testimonios que prueban la tortura, las innumerables víctimas civiles en esa guerra, o la acción de Washington para imponer la ley de patentes norteamericana en el extranjero, en beneficio de los grandes laboratorios medicinales.


Bradley declaró que esperaba, con sus filtraciones, abrir un debate internacional y un cambio en las conductas de su propio país frente "al tercer mundo". La respuesta del gobierno Obama fue considerarlo un traidor, denunciar sus filtraciones como un ataque a la "comunidad internacional" y a la "seguridad nacional" y propiciar un arsenal de imputaciones en su contra.


Qué juicio


Detenido hace tres años, Bradley vivió una odisea. Se le negó el derecho a un juicio rápido y durante más de un año fue sometido a un régimen de aislamiento y torturas que el propio relator de la ONU caracterizó como "cruel, inhumano y degradante". Ahora está siendo juzgado por un tribunal militar en términos secretos: una gran parte de los documentos de la causa no han sido dados a conocer o están fuertemente censurados. Bradley es de baja estatura y homosexual, y el fiscal militar llegó a invocar estas características como fuente de "resentimientos" que explicarían su conducta. Curándose en salud, Bradley había rechazado previamente el juicio por jurados, porque descontaba los prejuicios por su condición sexual (lo que plantea, por otro lado, los límites insalvables del juicio por jurados, que han vuelto a revelarse en el juicio que exculpó a la policía del asesinato del joven negro Trayvon Martin).


Espionaje


La imputación más grave que pesa sobre Bradley es la violación de la Ley de Espionaje. Aprobada en 1917, cuando Estados Unidos debutó en la Primera Guerra Mundial, tuvo como primer objetivo enjuiciar y encarcelar a los disidentes con la guerra, transformando el derecho a la disidencia en traición a la patria. Utilizada en sólo tres ocasiones en noventa años, Obama la ha aplicado en seis en menos de una década. El caso más reciente, antes de Bradley, fue el del ex agente de la CIA John Kirioku, enviado a prisión por divulgar los métodos siniestros utilizados durante los interrogatorios a los acusados de terrorismo. No es sólo un problema de cantidad. Obama innova al aplicar la ley de espionaje a cualquiera que filtre información confidencial, no importa cuál sea el motivo por el que lo haga. Esto puede hacer que "las filtraciones sean cada vez más dramáticas" porque "los únicos que estarían dispuestos a asumir ese riesgo son gente que esté en una cruzada personal" (Goiten, Centro Brennan de Justicia, Ambito, 1º/8). Es una innovación que va mas allá de la Constitución de Estados Unidos (cuarta enmienda, libertad de expresión) y de la tradición. Históricamente, el Estado ha protegido a los denunciantes que revelan las conspiraciones de las corporaciones o de la burocracia del Estado "contra la democracia" o "contra el pueblo". Uno de los futuros acusados podría ser Julián Assange, de WikiLeaks. Esto supondría acusar de espía a alguien que se dedica a publicar información de otras fuentes, "algo completamente sin precedentes y que pondría a cualquier periodista decente de seguridad nacional en Estados Unidos en el riesgo de ir a la cárcel" (Tim, Fundación para la Libertad de la Prensa, Washington Post, 31/7).


Estado dentro del Estado


En Fort Meade, donde se realiza el juicio, funciona la Agencia de Seguridad Nacional (ASN), hecha famosa por las filtraciones de Bradley y Snowden, el "topo" que acaba de refugiarse en Rusia. La ASN es el centro organizador del espionaje internacional montado a partir del dispositivo Prisma, que se basa en la conexión a las grandes redes sociales de Estados Unidos que proveen a Europa y el mundo, entre otras Google y Facebook. Tiene acceso, de este modo, a una información ya estructurada que le permite conocer el universo de comunicaciones (y decisiones) de una persona a través de sus búsquedas en internet, sus correos, sus conversaciones en Facebook y el ida y vuelta de sus mensajes. La Patriot Act, votada luego de los atentados del 11 de septiembre, permite a los gobiernos norteamericanos acceder al contenido de los ficheros de las personas que considera sospechosas.


Resistencia y crisis


Bradley, junto a Snowden -y Julián Assange, a través de sus "leaks"- propinaron un severo golpe al gigantesco aparato de espionaje de los Estados Unidos y provocaron un debate mundial sobre la militarización gigantesca de las comunicaciones. Snowden denunció no sólo al Programa Prisma de la NSA sino el vínculo que lo une a la Agencia de Seguridad de Gran Bretaña, que accede al universo de conversaciones telefónicas y comunicaciones por Internet que circulan por la fibra óptica. Europa es una "colonia" del sistema de espionaje norteamericano. La llamada "guerra cibernética" es indivisible de la lucha política, comercial y militar que plantea la crisis capitalista. No por casualidad los intercambios colocan a China o a Rusia como enemigos virtuales a futuro.


Libertad a Manning, libre movilidad para Snowden, defensa del derecho de asilo para todos los perseguidos políticos. Convirtamos estas consignas en ejes de una campaña internacional.


Christian Rath