Rebelión en Kazajistán contra el tarifazo del gas

Los primeros días de enero comenzó en Kazajistán una rebelión popular que mantiene en vilo a Asia Central. Es la respuesta directa de las masas ante un tarifazo que las golpea de manera decisiva. El primero de enero el gobierno del presidente Tokayev, y el hasta hace unos días primer ministro Nazarbáyev y miembro del gobierno kazajo desde la disolución de la URSS, anunció un aumento del 100% en el gas licuado de petróleo.

Desde 2019 y en función de bajar los subsidios que recibía el combustible, el gobierno comenzó a liberar el precio del gas licuado de petróleo, más barato que la nafta y de uso común en la mayoría de los automóviles. La “regulación de precio por parte del mercado” derivó en aumentos sucesivos que fueron impactando cada vez más en las masas kazajas. El último de estos aumentos fue sin duda el detonante.

Las masas en la calle, el gobierno contra las cuerdas

Las protestas se iniciaron los primeros días de enero en Zhanaozen, ante el anuncio de los aumentos los trabajadores salieron a la calle. La policía inició una feroz represión con la excusa de que no habían solicitado por las vías legales el permiso de la movilización. A partir de ese momento, el descontento y la movilización se expandieron por todo el país, incluso llegando a la capital.

Desde el inicio de la revuelta el presidente Tokayev se mostró inflexible a los reclamos, sin embargo, conforme la movilización fue creciendo y sumando ciudades comenzó a retroceder.

La movilización popular obligó al gobierno a dar marcha atrás con el aumento llamando a todos los actores a realizar una propuesta que los beneficie. Para ese momento las cartas estaban echadas y en las principales ciudades del país se registraban enormes protestas que ya no solo reclamaban por el gas, sino también por mejores salarios, jubilaciones y fundamentalmente por la caída del gobierno.

Con las claras intenciones de contener la rebelión, Tokayev solicitó la renuncia del primer ministro Nazarbáyev y de gran parte de su gobierno, asumiendo fundamentalmente las tareas de la seguridad nacional y el despliegue de la policía y el ejército.

Como primera medida impuso el toque de queda en todo el país y el estado de emergencia, al mismo tiempo que intervino los servicios de internet y las cadenas de televisión.

La respuesta de las masas no se hizo esperar. La movilización se acrecentó y las barricadas se expandieron en varias ciudades logrando romper los cercos impuestos por la policía y el ejército kazaja; incluso lograron capturar armamento abandonado en la retirada por las fuerzas de seguridad.

La ciudad de Almaty, capital económica de Kazajistán, se convirtió en el epicentro de la rebelión. Fueron atacadas por los manifestantes las oficinas del gobierno, el parlamento regional e incluso lograron tomar el aeropuerto. El gobierno de Tokayev, desbordado, solicitó ayuda militar a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva compuesto por Rusia, Bielorrusia, Armenia y otras naciones ex URSS. La respuesta de Putin fue contundente y se comprometió a enviar asistencia militar y tropas para tratar de derrotar la rebelión.

Ucrania, Bielorrusia y ahora Kazajistán

La tensión creciente entre la Unión Europea/USA y Rusia por la crisis con Ucrania y Bielorrusia suma un nuevo componente. En este caso donde los acuerdos entre China y Rusia meten la cola. El estallido de Kazajistán agrega un condimento explosivo a las relaciones internacionales de las grandes potencias. Por eso, para enfrentar la intervención militar de Rusia es necesario llevar a fondo la rebelión y que se desarrolle un gobierno de las masas, independiente de las intervenciones de las grandes potencias. Importa señalar que tanto EE.UU. como la Unión Europea tomaron distancia respecto la rebelión en curso. Las declaraciones de la Casa Blanca y de la Comisión Europea fueron muy cautelosas y exhortaron a restablecer el orden. Los líderes occidentales ven con preocupación que la onda expansiva de Kazajstán se propague a Europa y termine por desestabilizar al Viejo Continente que ya está dominado por un escenario de por sí extremadamente convulsivo.

El reclamo contra el tarifazo, la lucha contra el ajuste y por las condiciones de vida de la clase trabajadora expresan con toda su fuerza la voluntad de las masas para luchar. Lo hemos visto en los últimos años en todos los continentes, Kazajistán es un nuevo ejemplo de la necesidad de la movilización y organización política independiente de los explotados para llevar la rebelión a la victoria. En oposición a las salidas políticas de recambio que se están cocinando, el desafío es transformar a los trabajadores en alternativa de poder apuntando a poner fin al régimen corrupto y ajustador e instaurar un gobierno que exprese la voluntad y las aspiraciones de las masas en lucha, que son los protagonistas de esta gigantesca rebelión.