Rebelión popular contra el FMI en Jordania

El fantasma de la Primavera Arabe en las narices de Netanyahu

La rebelión se suma a los recientes estallidos en Túnez, Irán y Marruecos

Un paquete de reformas dictadas por el Fondo Monetario Internacional generó una irrupción popular en Jordania nunca antes vista, superando en masividad incluso las movilizaciones de la Primavera Arabe de 2011-2012. Las protestas tuvieron como punto de partida la huelga general, convocada por 33 sindicatos, que paralizó el país el miércoles pasado. Desde entonces, las movilizaciones callejeras fueron tomando impulso y forzaron la dimisión del primer ministro, Al Mulki, el lunes. Alarmado por la oleada de manifestaciones, el rey Abdalá intervino en la crisis, llamó al diálogo, congeló los precios de los combustibles por un mes y encomendó la formación de un nuevo gobierno a un viejo miembro del gabinete y ex funcionario del Banco Mundial: Omar Razzaz.


A pesar de este relevo, las movilizaciones continúan y fue convocada una nueva huelga general contra las reformas. “De nada sirve cambiar las personas”, afirmó Al Obous, presidente del Consejo de Sindicatos Jordano.


FMI, tarifazo e impuesto a las ganancias


La deuda pública jordana ronda el 94% del PBI y la economía arrastra una recesión de la que no puede salir. Desde el año pasado, hundidos en su propia crisis económica, Arabia Saudita y los países del Golfo dejaron de prestar asistencia económica a Jordania. En 2016, el gobierno acordó una línea de crédito de 723 millones de dólares con el FMI, que no logró reactivar la economía ni reducir el déficit. Siguiendo las directrices del Fondo, el gobierno implementó una serie de medidas de ajuste: un recorte generalizado de subsidios que disparó los precios de la electricidad, el agua, los combustibles y, en general, de los servicios esenciales. El pan llegó a duplicar su valor. El proyecto de reforma, que fue enviado al Congreso por el dimitido Al Mulki, contemplaba una nueva suba general de impuestos, no sólo al consumo sino también al salario, rebajando los ingresos mínimos sujetos a declaración de la renta hasta los 8.000 dinares anuales (21 mil pesos argentinos mensuales).


Con una tasa de desocupación del 18,5%, una inflación que se incrementa a pesar de la recesión (y que ha llevado el costo de vida en Amán por encima del de París y el de Barcelona) y dos millones de inmigrantes sirios, iraquíes y palestinos, el paquetazo impositivo fue explosivo para una situación social intolerable.


La rebelión popular en Jordania se suma a los recientes estallidos en Túnez, Irán y Marruecos, donde también el movimiento obrero ocupó un lugar protagónico. En Gaza, las “marchas por el retorno”, que movilizan miles y miles de palestinos, se sostienen a pesar de la salvaje represión del gobierno de Netanyahu, que ya se cobró más de un centenar de vidas.


En Medio Oriente, la bancarrota capitalista no es sólo el acicate de nuevas guerras y barbarie. Las condiciones para una nueva Primavera Arabe (y una nueva Intifada) están planteadas y abren una perspectiva para los explotados.