“Renault: Francia, Bélgica, España; el mismo patrón,la misma lucha”

Con esta consigna, más de 10.000 trabajadores de las plantas de Renault en Francia, Bélgica, España, marcharon por las calles de París y se concentraron frente al edificio central de la empresa, para protestar contra el cierre de su planta en Vilvoorde (Bélgica) y los anuncios del despido de 2.800 trabajadores en sus plantas francesas. Tres días antes de la ‘euromarcha’, había tenido lugar una ‘eurohuelga’ en todas las plantas de Renault del continente.


El cierre de la planta de Vilvoorde significará el despido de sus 3.100 trabajadores y la pérdida del empleo para otros 6.000 trabajadores entre los subcontratistas y proveedores. Vilvoorde está a 10 kilómetros de Bruselas, una región ya violentamente golpeada por el desempleo. El anuncio del cierre de la planta provocó una verdadera rebelión popular: hubo movilizaciones en la ciudad y, una semana antes de la‘euromarcha’, 5.000 trabajadores belgas cruzaron a Francia a manifestar frente al edificio central de la Renault. “No se puede disociar –dice Ricardo Petrella, profesor de la Universidad de Lovaina– a Renault de todos los acontecimientos sucedidos en Bélgica en los últimos tiempos. Es la rebelión ciudadana. No se puede separar, en el fondo, las reacciones de los padres de las niñas violadas y asesinadas y todas esas historias atroces, de las de los obreros de la Renault en Vilvoorde o de Forges de Clabecq” (L´Humanité, 12/3). Para los lectores de Prensa Obrera, esta “rebelión” popular no es una novedad. Desde hace más de seis meses hemos venido siguiendo atentamente los acontecimientos belgas, caracterizando la emergencia de una situación revolucionaria como consecuencia de la descomposición política y moral de la burguesía y señalando el carácter creciente del movimiento de las masas (ver PO n° 517, 31/10, y n° 529, 27/2).


La producción de la planta belga pasaría a ser realizada por las plantas españolas, para beneficiarse del menor costo de los salarios. Con el cuento de las ‘nuevas inversiones’, la Renault “había solicitado –y obtenido– subvenciones tanto por parte del gobierno español como de la Comunidad Europea” (La Nación, 12/3). Los obreros de las plantas españolas (en Valladolid y Palencia) participaron activamente de la ‘eurohuelga’ y de la ‘euromarcha’. Uno de sus representantes recordó que, hace apenas dos años, cuando Renault cerró su planta en Portugal, transfirió su producción a Bélgica … y hoy Bélgica está por cerrar.


No se trata, sin embargo, tan sólo de Bélgica o de la Renault. El mercado automotriz europeo está “saturado”, ya que este año se producirán 16,5 millones de unidades pero sólo se venderán 13 millones. Tres de las seis grandes automotrices europeas –Ford, Renault y Fiat– registraron pérdidas en sus operaciones europeas en 1996; en el caso de Renault, por casi 1.000 millones de dólares (The Wall Street Journal, 7/3). El cierre de la planta belga de Renault y los despidos en Francia, según un especialista, “parecen el principio de una de esas contracciones que se producen periódicamente en la industria automotriz europea” (ídem). En otras palabras, estamos frente al inicio de una prolongada ‘guerra social’ en el corazón industrial europeo.