Rumania: masivas movilizaciones ponen contra las cuerdas al gobierno


Las masas rumanas llevan una semana consecutiva de movilizaciones. Ocurre que el gobierno socialdemócrata que resultara ungido de la elección del 11 de diciembre pasado está sufriendo las movilizaciones populares más grandes desde la caída del muro de Berlín y del gobierno de Ceaucescu.


 


Si se produce la caída del primer ministro, estaremos ante el segundo gobernante que cae en debido a la movilización popular. En noviembre de 2015, aquella se llevó puesto a un primer ministro, también socialdemócrata, debido a enormes manifestaciones que reclamaban su renuncia luego de un cromañón rumano.


 


Las manifestaciones actuales son en rechazo a un decreto firmado por el Ejecutivo que despenaliza algunos delitos de abuso de poder y de corrupción si han provocado un perjuicio no superior a 200.000 lei (44.000 euros). El gobierno, finalmente, debió retroceder en su intento de aplicar un decreto destinado no solo a los nuevos casos, sino también a las investigaciones y juicios en curso. La medida eliminaba la consideración de delito de negligencia penal y aligeraba el concepto de conflicto de intereses.


 


Crisis de régimen


 


El régimen bipartidista en Rumania se encuentra en quiebra total y se ha probado como incapaz de contener los reclamos de las masas. El fracaso de ambos partidos generó un descontento generalizado que se plasmó en las últimas elecciones en las urnas: sólo 39% de los ciudadanos acudieron a votar. Ni liberales ni socialdemócratas despertaron el entusiasmo popular.


 


En ocasión de la caída del primer ministro en 2015, el presidente –del partido nacional liberal- colocó en su lugar a un tecnócrata, vinculado a la cúpula de la Unión Europea, quien gobernó el país hasta las elecciones recientes.   


 


Sin embargo, en los trece meses que duró su mandato las paupérrimas condiciones de vida de los trabajadores rumanos no se modificaron. El salario medio es de 400 euros por mes, lo que implica que grandes capas se encuentran muy por debajo de ese número, convirtiendo a la clase obrera en una de las peores pagas de todo Europa.


 


Esto ayuda a configurar un cuadro de fuerte malestar popular. Rumania lleva nueve años como miembro de la UE y sigue siendo la segunda economía más pobre de la región. La experiencia ha sido concluyente, las ilusiones de un progreso asociado a convertirse en un protectorado alemán han chocado con la realidad de un país que no consigue salir a flote. 


Como otros países de la región, Rumania es un territorio de disputas geopolíticas internacionales. Ubicado en el bajo vientre ruso, es concebido como una apetecible plataforma por yanquis y europeos para avanzar en una colonización de Rusia. Estos últimos, a su vez, también buscan incidir en la zona.


 


Perspectivas


 


El recule del gobierno y la marcha atrás de la autoamnistía no devolvió a los manifestantes a sus casas, porque la evolución política que tuvo la protesta marchó hacia un destino claro: la renuncia del primer ministro. El domingo, incluso después de la derogación del decreto, fueron 600.000 las personas que se congregaron a exigir la salida del gobierno según los medios locales. Antes de esto el gobierno había reprimido en la plaza de Bucarest,  sin poder dispersar la concentración. Por su parte, el presidente opositor intentó capitalizar esta situación asistiendo a algunas manifestaciones, pero tuvo que retroceder ante la notoria falta de popularidad de sus planteos.  


 


El escenario inmediato es el de una pelea parlamentaria que difícilmente modificará algo. Por un lado, la oposición presentará una moción para formar un nuevo gobierno, que seguramente sea


rechazado por la mayoría socialdemócrata. Por otro lado, desde el gobierno entienden que el problema de la medida fue de “comunicación” e intentarán pasarlo por el Congreso.


 


Las masas rumanas se disponen a voltear a un nuevo gobierno en una Europa convulsionada.