Se confirma la responsabilidad yanqui en una masacre campesina de El Salvador

En 1981, un batallón entrenado por EE.UU. fusiló mil campesinos

En el marco de un juicio que se lleva a cabo en El Salvador por crímenes durante la dictadura militar (1980-1992), un excomandante de la fuerza área de ese país, Juan Rafael Bustillo, admitió que el batallón de élite Atlácatl (entrenado por Estados Unidos) llevó a cabo la masacre de El Mozote, en la que casi mil campesinos fueron asesinados en 1981.


Los militares tomaron el poder en el país centroamericano para aplastar a los movimientos de lucha campesinos y las fuerzas guerrilleras. Se estima que un 80% de los aproximadamente 75.000 desaparecidos eran civiles. Estos crímenes se caracterizan por su impunidad.


El objetivo del batallón Atlácatl era requisar a los campesinos, supuestamente en busca de colaboradores con la guerrilla del Frente Farabundo Martí por la Liberación Nacional (FMLN).


Los días 10 y 11 de diciembre de 1981, el batallón Atlácatl, comandado por el teniente coronel Domingo Monterrosa, rastrilló a todos los campesinos que habitaban en El Mozote. Sin órdenes judiciales, los campesinos permanecieron esas 48 hs. detenidos bajo sospecha, sufriendo de los clásicos interrogatorios militares. El 12 de diciembre, el batallón fusiló la friolera de 986 civiles, de los cuales 558 eran niños y ninguno militar.


Durante años, se sostuvo la fábula de que el batallón ejecutó a los campesinos en defensa propia. Sin embargo, en 1991 se conformó una Comisión de la Verdad que declaró a Monterrosa y otros siete oficiales, culpables de la masacre. De todos modos, no fueron presos por una amnistía dictada en 1992.


Recién en 2016, la Corte de Justicia de El Salvador derogó esas amnistías y comenzaron los juicios. De los veinte imputados, se presentaron hasta el momento tan solo tres declarantes. Las familias sobrevivientes y víctimas de la masacre de El Mozote y El Sumpul han librado una enorme batalla por pedido de justicia.


La dictadura salvadoreña, como otras tantas en la región, fue promovida por Estados Unidos para preservar sus intereses económicos y políticos. Algunas décadas después, esta política intervencionista continúa sin disimulo, como se ve en el apoyo de Trump al gobierno fraudulento y criminal de Juan Orlando Hernández, en Honduras, y previamente, en el aval al golpe de Estado en ese mismo país, en 2009.


Actualmente, el gobierno norteamericano promueve la militarización de las fronteras centroamericanas para frenar las caravanas migratorias hacia su territorio. La política del imperialismo está en la base del desastre social (miseria, narcotráfico, etc.) que golpea a estos países y que explica el surgimiento de esas caravanas.


Abajo la impunidad. Juicio a todos los responsables de las masacres contra el pueblo salvadoreño.