Se reunió el Congreso Nacional de los Trabajadores


El 8 de mayo el gobierno envió su “paquete sindical” al Congreso, conteniendo el reconocimiento oficial de la media docena de centrales sindicales existentes en el país (CUT, CGT, CAT, CGTB, SDS y Fuerza Sindical), y la creación del Consejo Nacional de las Relaciones Laborales, con participación sindical, lo que da un carácter orgánico-institucional al colaboracionismo clasista en que se basa el gobierno de “centroizquierda”. Las centrales se apresuraron en reivindicar para sí el 20% del Impuesto Sindical, que aumentaría espectacularmente su recaudación. El Impuesto Sindical es cobrado obligatoriamente a todos los trabajadores registrados, sindicalizados o no, y consiste en la donación del valor completo de una jornada de trabajo. La CUT (vinculada al PT), la más importante de las centrales, nació luchando contra la “estructura sindical corporativista” y el Impuesto Sindical…


 


A las centrales ya reconocidas por el Estado, en función de su “representatividad”, esto les garantiza poder legal para negociar salarios a espaldas de los sindicatos y organizaciones de base, y de las asambleas de trabajadores. La burocratización y la intervención estatal en las organizaciones obreras van de la mano. La llamada “reforma sindical” está siendo implementada por la vía de una Medida Provisoria, una especie de decreto-ley, esto es, substraída a cualquier debate político.


 


Conat


 


En este cuadro se reunió, del 4 al 7 de mayo, el Conat (Congreso Nacional de los Trabajadores), en Sumaré, convocado por la Conlutas (Coordinación Nacional de Luchas), un acuerdo de sindicatos en ruptura con la CUT, a la que denuncia por su integración al Estado. El Conat reunió a unos 3.000 delegados, con amplia mayoría del PSTU (Partido Socialista de los Trabajadores Unificado) y una representación minoritaria del PSOL y otras organizaciones de izquierda. La intención original era proclamar la Conlutas como nueva central sindical, pero tropezó con la resistencia, principalmente, del PSOL (o, mejor dicho, de las corrientes del PSOL interesadas en el asunto), lo que llevó a la proclamación de una nueva “entidad nacional”, de naturaleza sindical, estudiantil y popular, con estatutos, congresos, dirección, etc.


 


La cuestión de fondo en el debate es si la Conlutas, con esta nueva naturaleza (ya no es más una simple “coordinadora”), se integrará al proceso de reforma sindical, reivindicando su reconocimiento como central (y participando, lógicamente, de la repartija de fondos que ya se anuncia). Pero este debate, esbozado de manera oblicua en el Congreso (donde sólo se votó la “formalización” de la entidad) fue también realizado en al aire. En el evento predominó el aparatismo, el elemento estudiantil y el “sindicalismo de clase media”, en detrimento de la expresión (minoritaria) de la lucha y la organización de los trabajadores. Así, el debate “organizativo” estuvo al margen de un debate político general, sobre la situación política brasileña, latinoamericana e internacional, y del abordaje de las tareas generales e inmediatas del movimiento obrero.


 


Para el PSTU, el Conat era también un elemento de presión sobre el PSOL para llevarlo a un “frente clasista” en las elecciones de octubre, en las que el dirigente (del PSTU) Zé Maria de Almeida ocupase la candidatura a vice de la carismática candidata a presidente Heloísa Helena (del PSOL). Aunque diversas asambleas previas se habían pronunciado en ese sentido, el propio PSTU retiró la cuestión del debate y su votación en el Conat.


 


La despolitización del debate no trajo ningún rédito, ya que el PSOL, casi simultáneamente, proclamó casi todas sus candidaturas, ignorando el “frente clasista”. Para vicepresidente de Heloísa se proclamó a Cézar Benjamín, un intelectual de poco peso (inclusive intelectual), ex PT, ex PMDB, que ni siquiera es afiliado al PSOL, identificado con la defensa de posiciones nacionalistas burguesas (incluido el “fortalecimiento de las Fuerzas Armadas”), en suma, un elemento que ni siquiera huele a clasismo. La intervención electoral del PSOL se ha desvirtuado, por lo tanto, de cualquier fisonomía clasista.


 


El cuadro de inmovilismo político y social en Brasil comienza sin embargo a ser quebrado “desde abajo”. La Volkswagen, principal firma automovilística e industrial del país, anunció un plan de despido de casi 6.000 de sus 22 mil trabajadores. Por sus efectos en la cadena productiva (autopartes), comercial y familiar, la medida antiobrera de la Volks afecta a 600 mil personas. Masivas asambleas han respondido a la patronal. Pero en vez de la huelga general de todo el sector metalúrgico, la burocracia de la CUT y Fuerza Sindical impulsaron huelgas escalonadas a partir de la última semana de mayo. Un frente de ruptura del acuerdo patronal-gubernamental-sindical, sin embargo, se ha abierto.


 


Como las luchas estudiantiles y, principalmente, agrarias, siguen en curso, de lo que se trata es de apuntar una perspectiva de conjunto, señalar la completa corrosión del régimen burgués en Brasil (incluida la barbarie policial), defender la lucha del pueblo y la nación boliviana contra el chantaje y las amenazas de Petrobras-Repsol, marcar a fuego el pro-imperialismo del PT y la centroizquierda en general, plantear la unidad revolucionaria y socialista de América Latina.