Se reunió la CRCI en Atenas

Entre los días 12 y 18 de diciembre se desarrolló una nueva reunión de la Coordinadora por la Refundación de la Cuarta Internacional (CRCI), la segunda del año, luego de la que tuviera lugar en mayo pasado. En ambos casos, la cita fue en Atenas -centro de la crisis capitalista mundial, de la resistencia popular y de los virajes políticos más intensos ocasionados por esta crisis. La actividad culminó con un acto en el Politécnico, al que asistieron alrededor de doscientas personas.


La cuestión pertinaz que asedia a la CRCI es, sin lugar a dudas, la de la intervención internacional de la izquierda revolucionaria en el tumultuoso período abierto por la crisis. Las múltiples tendencias en que se divide la izquierda combativa mundial han ignorado simplemente el asunto. En una buena parte de los casos, esa izquierda existe como sucursal (grupúsculos) de algunos partidos más desarrollados en sus respectivos países: se trata de la quintaesencia de un enfoque sectario y, por sobre todo, de aparato. La CRCI, por el contrario, continúa siendo un laborioso trabajo de reagrupamiento internacional de fuerzas sobre la base de un programa. Representa, en forma condensada, el único método que podrá, a término, reconstruir la IV Internacional como una Internacional de la clase obrera. Por eso existe en ella una conciencia más aguda de la dificultad para desarrollar una intervención internacional en la crisis en curso, que en las sectas es sustituida por la verborragia y la autoproclamación.


El tema de una intervención internacional volvió a ser el tema dominante de la reunión que acaba de tener lugar, pero que viene siendo discutida -aunque sin resultados prácticos- desde 2006. Durante la guerra imperialista contra los Balcanes y la desintegración de Yugoslavia, desde 1997 en adelante, el EEK (el partido griego de la CRCI) se había empeñado en una acción internacional con la creación del Centro Christian Rakovsky -el nombre del revolucionario internacionalista, oriundo de los Balcanes, que se luego se distinguió como Comisario del Pueblo en la Revolución Rusa. El aplastamiento de la resistencia al imperialismo y la disgregación de Yugoslavia sellaron negativamente una experiencia que habrá de renovarse con el cambio de esas circunstancias. De cualquier modo, los sucesos revolucionarios notorios en el Medio Oriente, el involucramiento de Turquía en esa crisis y las intervenciones armadas del imperialismo ponen a la experiencia del Centro Rakovsky como un antecedente y un jalón para una renovada iniciativa internacional.


Si desde mediados de la década pasada, la cuestión de la acción práctica internacional figura en forma sistemática en la agenda, ello se debe, en primer lugar, a que advertimos antes que nadie la inminencia de la crisis mundial y sus alcances catastróficos. Una de las iniciativas que pretendía dar forma a esta orientación fue la salida de El Obrero Internacional. No es para nada redundante insistir en este punto, porque, contemporáneamente, en base a una caracterización que rechaza la declinación del capitalismo y su tendencia a la catástrofe (y que le da un carácter unilateral a la disolución de la Unión Soviética y a la restauración del capitalismo), la mayoría de la izquierda mundial se ha orientado hacia la disolución en movimientos ‘pluralistas', que debían combinar el marxismo con otras doctrinas sociales, y a diluir el rol histórico del proletariado en un arcoíris de ‘movimientos sociales’ (en Argentina, el pigmeo Proyecto Sur). Estos sectores se encuentran en una crisis completa y, precisamente por ello, desarrollan un esfuerzo desesperado por subirse al carro de fenómenos como el "socialismo del siglo XXI" (e incluso el kirchnerismo) o la "V Internacional” propuesta por Chávez, así como también al reciente ascenso electoral de la izquierda pro-Unión Europea de Grecia.


Dígase, apropiadamente, que todo el método de nuestra corriente internacional está presidido por lo que es la cuestión estratégica fundamental del marxismo: la tendencia del capital a la crisis y a la disolución social sobre la base de su propio desarrollo, y a la creación, como último término, de situaciones revolucionarias (y contrarrevolucionarias).


El núcleo de las contradicciones y crisis de la CRCI reside, precisamente, en la dificultad para construir un puente entre esta situación objetiva, por un lado, y su propia capacidad de acción e incluso de comprensión de la situación histórica presente, por el otro. La CRCI no ha logrado unificar su acción internacional, de acuerdo a lo que prescribe su estatuto y su programa. Ahora incluso es necesario que sea capaz de actuar como un frente único de lucha y ganar para este frente a nuevas fuerzas en acción. El impasse de la CRCI, como organización de acción, refleja el aislamiento de las masas de sus miembros -o al menos el de la mayoría de ellos. La transición política entre los reclamos de la situación histórica objetiva, de un lado, y la capacidad de intervención revolucionaria internacional, del otro, deberá producirse, en forma relativamente conjunta, en el plano nacional e internacional.


La reunión de mayo


Para superar este impasse, en mayo pasado las organizaciones que integran la Coordinadora asumieron el compromiso de avanzar en un plan de acción. Tendría como centro la convocatoria a una Conferencia Europea contra la austeridad de la Troika y por los Estados Unidos Socialistas de Europa. El Partido Obrero concretó una Conferencia Latinoamericana, en septiembre pasado, para contribuir a la preparación de la Conferencia europea.


En la reunión de mayo se abrió, además, un debate sobre la situación griega, que había entrado en un período nuevo como consecuencia del derrumbe de los partidos tradicionales y el ascenso de Syriza -esta última un producto de sucesivas divisiones, a derecha y a izquierda, del partido comunista. El ascenso brusco de Syriza al primer plano, incluso con la posibilidad de ganar las elecciones y formar un "Gobierno de Izquierda", ha sido una de las primeras expresiones del viraje político que promete la crisis mundial. Los virajes políticos -como lo es por sobre todo la revolución egipcia- serán los factores necesarios (aunque no suficientes) que cambiarán de modo cualitativo la correlación de fuerzas entre las clases e impulsarán el crecimiento de la izquierda revolucionaria. En este sentido, la cuestión griega -si se la puede llamar así- se integra a la del protagonismo internacional de la izquierda y la reconstrucción de la IV Internacional.


Esta cuestión fue abordada por medio de una polémica intensa, después de mayo, porque en aquella reunión había quedado confinada a un tema de propaganda dentro de la intervención electoral del EEK. Como las condiciones proscriptivas vigentes impidieron esta presentación, la orientación del voto hacia otras listas pasó a ocupar el primer lugar. En la CRCI, las posiciones divergieron entre el apoyo a un frente centrista con escaso apoyo electoral (Antarsya) y el voto a Syriza, con el planteo de un Gobierno de Izquierda que rompiera con la Unión Europea y promoviera la Unidad Socialista de Europa, el cual se apoyara en la formación de comités de acción y de fábrica -o sea no un gobierno parlamentario, como inequívocamente defiende Syriza (‘ruptura democrática’), sino extraparlamentario de la izquierda. La finalidad estratégica de este planteo no es la reforma de Syriza, sino el desplazamiento de un gobierno de Syriza por un gobierno de trabajadores.


La situación política en Grecia, en la reunión de diciembre, ya no es la de mayo y junio, fundamentalmente porque la burguesía se ha valido del tiempo transcurrido para seguir con su política de ajuste y, al mismo tiempo, tender un puente hacia Syriza para ‘estabilizar' lo que, meses antes, se había convertido en una crisis de poder. Los gobiernos de Europa, Estados Unidos y hasta el sionismo se han empeñado en una acción de asimilación política de Syriza, para no ser ‘tomados por sorpresa’ de nuevo. Syriza había puesto expectativas en cambiar el rumbo de la UE por medio de una suerte de bloque "keynesiano" con el imperialismo francés, a través del ‘socialista' Hollande, y, eventualmente, con el de Italia, en caso de una victoria electoral del Partido Democrático. El rápido hundimiento del reformismo de Hollande y la subordinación del centroizquierda italiano a Monti han desnudado las falacias del proyecto de Syriza -más allá de sus notorias limitaciones.


El escenario de mayo -con otras formas y nuevos protagonistas- puede, sin embargo, replantearse (ver reportaje a Savas Matsas).


La CRCI, su carácter y tareas


La reunión que acaba de concretarse en diciembre último no saldó este debate, lo cual solamente ocurrirá con el desenvolvimiento ulterior de la crisis mundial, no únicamente en Grecia. Entre mayo y hoy, la llamada "argentinización" de Grecia se ha extendido a España, Italia y Portugal. La reunión de diciembre apenas pudo abordar la cuestión en lo que respecta a la evolución de otro de los centros de la crisis mundial: el que se procesa en el mundo árabe.


La reunión decidió, por tercera o cuarta vez, convocar a una Conferencia Europea para junio próximo en Italia. La fecha, distante, no está acorde con las urgencias de la situación mundial; el lugar, un balneario de Italia, es por completo inadecuado y podría acabar en una reunión de familia. Abogaremos por adelantar la fecha -para que la campaña por su realización no se demore- y para convocar la conferencia en Roma o en otra capital europea que concite el interés y la intervención de los luchadores ajenos a la CRCI.


La campaña fue formalmente lanzada en el acto público ya mencionado en Atenas, con la participación de los integrantes de todos los partidos asistentes al plenario de la CRCI (Néstor Pitrola y Pablo Rieznik por el PO). Está previsto continuar esta actividad mediante la difusión pública de la resolución adoptada en la reunión, con la organización de mesas redondas y nuevas iniciativas. Se votó la participación en el llamado Foro Social Mundial que se realizará en marzo en Túnez. El EEK de Grecia propuso organizar también, como preparación de la Conferencia Europea, una Conferencia sobre Medio Oriente, cuyas características se definirían en las próximas semanas.