Sharon expande los asentamientos sionistas

“Aprovechar los acontecimientos para crear hechos consumados”. Con estas palabras (Le Monde, 19/11) el primer ministro sionista Sharon autorizó, después de los últimos atentados en Hebrón, un vasto emprendimiento de colonización en esa ciudad cisjordana, donde 600 colonos sionistas tienen virtualmente cercados y aterrorizados a 130.000 palestinos. “El proyecto existía desde hace mucho tiempo”, reconoció el ministro de Defensa Mofaz.


En los siete años del “proceso de Oslo”, tanto bajo gobiernos laboristas como derechistas, la población de los asentamientos sionistas en Cisjordania y Jerusalén Oriental se duplicó. Hoy alcanza a 380.000 colonos, frente a 2,4 millones de palestinos; las colonias dominan el 42% del territorio de Cisjordania (The Economist, 2/11). Se expandieron gracias a los subsidios estatales, a la construcción de rutas que sólo pueden ser utilizadas por los colonos y al establecimiento de “zonas militares” que los integran directamente al territorio de Israel. La expansión de las colonias es una verdadera “política de Estado” del sionismo, cuyo objetivo es aislar a las ciudades palestinas unas de otras, aterrorizar a la población palestina y expulsarla de su territorio.


En Hebrón, en medio de una población palestina de varias decenas de miles, han sido implantados unos cuantos cientos de colonos sionistas que mantienen aterrorizada a la población palestina. En las cercanías de Nablus se instaló la colonia de Itamar, que comenzó como un “asentamiento ilegal” (no autorizado por el gobierno sionista) pero que rápidamente fue “legalizado”. Los colonos de Itamar hostilizaron a la población palestina de la vecina Yanun, que fue la primera aldea palestina totalmente evacuada desde la guerra de 1967. En Jerusalén Oriental, el objeto de los asentamientos –fuertemente subsidiados– es implantar colonos judíos en las áreas más densamente pobladas por los palestinos para impedir una eventual “partición” de la ciudad.


Con los asentamientos y los bloqueos carreteros, el territorio administrado por la “Autoridad Palestina” se reduce a una serie de “reservaciones indias”, completamente rodeadas de colonias y de tropas de asalto armadas hasta los dientes.


Pero estos asentamientos se han convertido en una carga insoportable para la economía sionista, que enfrenta la crisis más profunda desde la creación del Estado de Israel. La recesión ya lleva dos años, los capitales huyen, la desocupación y la miseria crecen en flecha. Uno de los fenómenos más destacados de los últimos meses en Israel es la masiva aparición de “comedores populares” establecidos por organizaciones del más diverso tipo; como en La Matanza, Berazategui o Florencio Varela, a estos “comedores populares” van decenas de miles de desocupados, jubilados y chicos que no tienen otra forma de alimentarse.


La crisis política y económica en Israel revela que el sionismo es una trampa mortal, que obliga al masacrador a vivir bajo el terror de ser masacrado.