Siria: una intervención militar bajo la batuta de Turquía

El anuncio, por parte de los Hermanos Musulmanes (HM) sirios, de que “el pueblo sirio aceptaría una intervención militar proveniente de Turquía”, resulta de extremo valor para comprender el cuadro político en el que se desenvuelve la revolución árabe de conjunto. Los Hermanos Musulmanes de ese país se han integrado al Consejo Nacional Sirio (CNS), un órgano con base de operaciones en Estambul. Desde ahí se ha estructurado el llamado “Ejército Sirio de Liberación”, que agrupa a las fracciones de las fuerzas armadas que se pasaron al campo opositor. Los HM “comparten un objetivo común con los Estados Unidos, Israel y Arabia Saudita”: la caída de Al Assad. El régimen sirio, por su parte, sufre un proceso de aislamiento político creciente; esta semana, la Liga Árabe procedió a suspender a Damasco como miembro del organismo internacional.

Bashar Al Assad ha aumentado los bombardeos a los bastiones opositores, como la ciudad de Homs, donde se registran centenares de víctimas fatales en los últimos días.

El régimen cuenta aún con el apoyo de todo una fracción de la burguesía siria, nucleada en torno de los beneficios otorgados por el gobierno; “ni la capital ni Aleppo, los dos centros económicos del país que juntos suman un 40% de los 22,5 millones de sirios, se han levantado masivamente” (El País, 19/11). En estas ciudades se han registrado movilizaciones incipientes en los barrios periféricos que fueron brutalmente reprimidas. Damasco se encuentra literalmente blindada (ídem).

‘Erdogan’s Way’

En ese cuadro interviene Turquía. La revista Time pone en su portada: “Erdogan’s Way” (El camino de Erdogan). Otra publicación titula: “La Turquía de Erdogan tiene en sus manos el destino de Al Assad” (Haaretz, 30/10). El régimen del primer ministro Erdogan es un gobierno de la Otan que cuenta con influencia y autoridad sobre el mundo árabe, incluyendo la HM. Por otra parte, Turquía podría neutralizar la oposición de Irán al desplazamiento de la camarilla de Al Assad. El gobierno de Mahmoud Ahmadinejad, por su parte, ha descartado en los hechos una defensa militar de Siria.

Algo similar estaría ocurriendo con Israel -cuyo peso político en la región se ha reducido abruptamente, luego de la irrupción de las masas árabes. El “ataque preventivo” contra Irán que esgrime Israel es una cortina de humo que complementa la acción turca y que permite, a su vez, un cierto distanciamiento de Israel para maniobrar a la opinión pública árabe.

Rusia y la “no fly zone”

A la luz de la brutal represión del régimen sirio y de la ola de refugiados que provoca, el gobierno de Erdogan evalúa establecer una zona de exclusión aérea en Siria, en una zona restringida de la frontera (a unos kilómetros de Aleppo). El Corriere della Sera caracteriza este espacio delimitado como una “Benghazi siria” -en referencia al lugar de concentración de la oposición en la revolución egipcia- (19/11). Sin embargo, la piedra en el zapato para los planes turcos es su rival histórico, Rusia, que se opone a la expansión de Turquía en la región. Por esta razón, Moscú ha desplegado sus tropas para bloquear un ataque militar a Siria. Detrás de los planes turcos se encuentra Inglaterra, que busca emular el rol jugado por Francia en Libia. La crisis en Medio Oriente cobra así un alcance mucho más amplio, en el cuadro de la disputa imperialista frente a la bancarrota capitalista.

Las masas: la clave

El elemento fundamental que no puede perderse de vista en este cuadro es la intervención de las masas sirias. El imperialismo procura instalar un dique contrarrevolucionario con fachada democratizante, como sucedió en Libia Los comités locales de coordinación -que juegan un rol clave en el proceso revolucionario- mantienen un carácter heterogéneo, y una gran parte de ellos no responde al CNS. Recientemente, algunos comités impidieron la realización de una “reunión opositora denunciando el carácter pro-imperialista de esa dirección.