Internacionales
23/3/2006|938
Tabaré Vázquez no las quiere ni pintadas
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Vianni es el nombre de la principal planta gráfica del Uruguay, que se transformó en Cooprograf en diciembre del año pasado cuando, vaciada y cerrada por el propietario, fue tomada por sus obreros y puesta a producir. Un proceso que vivimos en la Argentina infinidad de veces. De ahí que Tabaré Vázquez, habida cuenta de la experiencia vecina, puso barbas en remojo y echó mano a la brutalidad represiva.
Después de haber sostenido su fuente de trabajo durante seis meses, de superar todos los obstáculos que las cámaras patronales y el gobierno pusieron en su camino — incluidos los “aprietes” a los proveedores — ; ahora la “justicia” ha procesado a 60 de los 80 obreros, tres de ellos con prisión, bajo el cargo de “apropiación indebida” y “atentado contra la propiedad privada”. Esto se hace a pesar de que en principio se había dado a la cooperativa habilitación legal y hasta la patronal vaciadora había autorizado su funcionamiento, como tantas veces vimos aquí, para que sus propios trabajadores les sacaran las papas del fuego. El delito que se les imputa a los obreros de Cooprograf es castigado por la legislación uruguaya con penas de hasta cuatro años de prisión.
Un proyecto de autogestión obrera presentado por los trabajadores fue rechazado de plano por la frenteamplista Corporación para el Desarrollo. Entrevistado por Tribuna, órgano del Partido de los Trabajadores uruguayo, el presidente de la cooperativa, compañero Gerardo Sosa, dijo: “Ante esto decidimos poner la planta bajo control obrero, nos dimos cuenta de que éramos capaces de trabajar sin el patrón”. Desde entonces sobrevinieron una seguidilla de provocaciones gubernamentales y ahora, lisa y llanamente, la persecución penal.
Sosa añade: “Nosotros hacemos responsable al gobierno, porque tuvo en sus manos la decisión de optar por expropiar la planta a un empresario estafador y entregársela a los trabajadores, que demostramos ser capaces de llevar adelante la producción de la principal planta gráfica del país”. La deducción resulta obvia: el Frente Amplio y Tabaré Vázquez son el gobierno de los empresarios estafadores, además de cumplir prolijamente los mandatos de su patrón imperialista.
Frente a semejante situación vuelve a quedar al desnudo la desvergüenza de la burocracia sindical socialdemócrata y estalinista que mantiene, cada vez con mayores dificultades, el control de las grandes centrales obreras uruguayas, cuya boca se mantuvo prudentemente cerrada. Algunos de ellos, en cambio, hablaron de “infantilismo radical” — cual sería defender el derecho a la vida y a la comida — de “desubicación” o “errores tácticos”.
En la vereda opuesta, otras organizaciones, como la Coordinadora Nacional contra las Plantas de Celulosa, el Sindicato del Taxi y varias más, exigen, al igual que el PT, la inmediata convocatoria a un paro general de 48 horas por la libertad y el desprocesamiento de los obreros reprimidos, y un inmediato Congreso de Bases de esa misma central.
Como se ve, el grado de podredumbre alcanzado por los “progresistas” latinoamericanos revuelve el estómago.