Un estudiantazo en Canadá

La huelga del movimiento estudiantil de Quebec contra el aumento en las matrículas de la educación superior (preuniversitaria y universitaria) alcanzó una proyección mundial con el reciente cacerolazo y movilización, que opacaron el desarrollo del Gran Premio de la Fórmula 1 en Montreal.


A mediados de febrero, el gobierno provincial de Quebec -en manos del Partido Liberal- anunció un aumento del 75% en las matrículas de los preuniversitarios y de los universitarios. Alegó un retraso de estas, respecto de la inflación acumulada… ¡de los últimos 50 años! Desde entonces, las cuatro federaciones estudiantiles ingresaron en huelga, en un proceso que ya ha derribado a dos ministros provinciales (Educación y jefe de Gabinete). El movimiento huelguístico ha incluido asambleas masivas, piquetes en puertas de aulas y de colegios, y más de cuarenta movilizaciones en Montreal -algunas de ellas de 200.000 personas. Los estudiantes han ganado el respaldo de docentes, de numerosos sindicatos y de la mayoría de la población. En Chicago y en otras ciudades de Estados Unidos se realizaron movilizaciones de apoyo.


Ante la insuficiencia de la represión, el gobierno apeló a una supresión parcial de derechos constitucionales, y obligó a los profesores a dar clases -en nombre del derecho a estudiar- y a los manifestantes a comunicar a la policía el itinerario de las marchas con ocho horas de anticipación, con la potestad de modificarlo. Lo que resulta más grave: establece una virtual intervención -cierre de locales, retención de cotizaciones, multas a los dirigentes de hasta 125.000 dólares- sobre las organizaciones estudiantiles que violen la norma de excepción, que pretende regir hasta julio de 2013.


Pese a todo, las movilizaciones se sostienen. Incluso, sectores ecologistas han salido también a las calles de la radicalizada Montreal.


La lucha de los estudiantes canadienses se encuentra precedida y acompañada por movimientos similares en todo el mundo: Chile, Colombia -donde una movilización de 200.000 estudiantes en Bogotá sepultó un proyecto privatista el año pasado-, España, Gran Bretaña y hasta Australia. Por un lado, la crisis capitalista ha reforzado la asfixia presupuestaria de la universidad pública. Por el otro, los mecanismos de la privatización resultan una carga cada vez más pesada para los estudiantes y para sus familias, en el marco de la crisis capitalista. Con alcance mundial, la juventud se incorpora masivamente a la lucha de los explotados.