Un mini-golpe de Estado

La "reforma" ministerial que acaba de realizar Lula es, en verdad, un mini-golpe de Estado. Incorpora al gobierno al PMDB, un partido burgués originado en el sistema bipartidario de la dictadura militar. Lula declaró que "era humanamente imposible… mantener el mismo discurso de antes" (Folha de S. Paulo, 24/1). O sea que lo "posible" y "humano" es proceder a una estafa política.


Lula también se refirió al "reencuentro del PT con el PMDB", en referencia al hecho de que en los ’80 Lula había rechazado ingresar al PMDB y creó el PT.


La reforma ministerial anunciada da origen, también de un solo golpe, a 2.797 cargos estatales en comisión y "funciones gratificadas", que serán usados para aumentar la cooptación de punteros políticos al precio de 58,3 millones de reales anuales. Es decir que la función histórica del PT –canalizar el ascenso obrero en los marcos democratizantes– ha concluido.


Junto a la reforma ministerial, fue anunciada una "reforma universitaria" abiertamente privatizante. Lula justificó la exoneración del ministro de Educación, Cristovam Buarque, afirmando que "era mejor no tener un ministro ligado a la universidad para conducir la reforma universitaria" (ídem).


La reforma es parte de un vasto operativo político-electoral más amplio que, en definitiva, apunta a frenar la disolución de los viejos partidos patronales. Para las elecciones municipales de octubre próximo, ya se están enhebrando alianzas entre el PT, PMDB y el PSDB, en lo que será un verdadero loteo de municipios (Correio Braziliense, 25/1)