Un Papa cubano

Los cables anuncian que el Papa arribará a Cuba probablemente “entre abril y junio de 1997″ (Clarín, 26/9). El propio Castro aprovecharía una visita que tiene antes a Italia, en noviembre, para entrevistar al Papa. ‘Prudente y pluralista después de todo, la Iglesia católica cubana -dice Le Monde, 20/9-se apresta a jugar un rol activo en un eventual proceso de transición política”. EL diario francés recuerda que “a diferen­cia de otros países latinoa­mericanos, la tradición lai­ca está muy anclada en Cuba, donde no existió par­tido demócrata cristiano, ni un diario católico”.


El mismo Le Monde infor­ma, sin embargo, que se ha producido un “fuerte creci­miento” de las prácticas reli­giosas, precisamente durante “el principio de este dece­nio. Según un reciente son­deo realizado por la filial de Costa Rica de Gallup, 60% de los cubanos decla­ran haber participado de una ceremonia religiosa en el curso de los tres últimos meses. ‘En los años 60, el 20% de las familias deman­daban funerales religiosos. Hoy la proporción asciende a cerca del 70%, la existente en la época anterior a la revolución’, hace notar Monseñor Carlos Manuel de Céspedes, vicario gene­ral de la Iglesia católica” (ídem).


Esta prédica -dice Le Mon­de- ha sido “estimulada por las reformas económicas” y alentada directamente por el gobierno. “Las conversacio­nes con los dirigentes cuba­nos son frecuentemente coloreadas de referencias positivas sobre el rol ético de la iglesia católica. Com­pañero próximo de Fidel Castro y ‘papa’ del cine cu­bano, Alfredo Guevara su­braya: ‘La iglesia da una orientación rica en ense­ñanzas para los militantes. Sin ser religioso, yo creo que es urgente consagrar un minuto por día, un día por semana y una semana por mes a la meditación espiri­tual”’ (ídem).


Las cosas van tan rápido que ya se está candidateando como “‘papable’ de primera categoría” al arzobispo de La Habana, Jaime Ortega, “uno de los personajes más po­pulares de la isla”. “Este hombre cordial -dice siem­pre Le Monde-, de 60 años, sería un serio candidato si el próximo cónclave deci­diera elegir un represen­tante del tercer mundo para suceder a Juan Pablo II”.