Una estrategia

Bajo las banderas de la “democracia”, el imperialismo (todos sus bloques, con los yanquis a la cabeza) viene desarrollando una brutal agresión contra la inmensa mayoría de los pueblos del mundo, en una desesperada pero consciente búsqueda de una salida a su propio derrumbe. Con estos estandartes, los bandidos imperialistas colocan la ciencia (y los presupuestos) al servicio de las armas que garanticen el sometimiento de los pueblos, mientras el hambre y el sida hacen estragos entre las masas empobrecidas del planeta.


Estas masas agredidas, lejos, muy lejos de la pasividad o de la parálisis, se alzan buscando, también ellas, su propia salida ante el derrumbe capitalista. La genial caracterización leninista de “período de guerras y revoluciones”, formulada hace casi un siglo, tiene hoy tanta vigencia como entonces. Mucho más cercano en la historia, hace apenas 6 años, un puñado de partidos y organizaciones revolucionarias bajo la clara iniciativa del Partido Obrero de la Argentina, en una reunión realizada en la ciudad de Génova (Italia) estableció el histórico acuerdo de trabajar por la refundación de la IV Internacional en base a cuatro puntos centrales:


1. La actualidad de la lucha por la revolución socialista mundial y la dictadura del proletariado.


2. La reafirmación de la caracterización de la IV Internacional de los frentes populares como un bloque con la burguesía “democrática” que condena al partido del proletariado a ser un apéndice del capital.


3. La necesidad de la revolución social y política en la antigua Unión Soviética, el Este europeo, China, Indochina, Corea del Norte y Cuba.


4.- La elaboración de una estrategia anticapitalista con el método y las reivindicaciones de transición.


Los acontecimientos de la lucha de clases que a escala mundial se suceden sin solución de continuidad pusieron rápidamente de relieve el extraordinario acierto del acuerdo alcanzado en Génova. Es precisamente en este cuadro de la situación mundial que la LCR abandona el programa y las banderas de la revolución; en el preciso momento en que el imperialismo necesita levantar vallados de contención ante la belicosidad de las masas de todo el mundo. La decisión del XV Congreso de la LCR de renunciar a la consigna y la estrategia de la dictadura del proletariado apunta a sembrar la confusión en la vanguardia revolucionaria. No es una simple formalidad o un “desvío teórico”, es una clara señal de que se coloca enteramente en el campo de la preservación del orden burgués.


Naturalmente, semejante posición, para ser embellecida, debe ser presentada como un paso hacia… “la democracia sin límites y el gobierno de los trabajadores”.


F. Ollivier nos informa que el 85% de los delegados al XV Congreso de la Lcr votaron el abandono de la consigna de la dictadura del proletariado, pero esto sólo confirma la completa degeneración programática y política de esta organización del SU. Nada sabemos qué pasó con el 15% que no votó esta resolución, pero nada indica que produjera alguna ruptura en base a posiciones revolucionarias. Este congreso de la LCR confirma la caracterización del Partido Obrero acerca del carácter irrecuperable de las organizaciones del SU.


La defensa de la estrategia de la dictadura del proletariado y de la vigencia histórica de la Revolución de Octubre queda enteramente en manos de las organizaciones revolucionarias de todo el mundo que nos reuniremos en el primer Congreso de Refundación de la IV Internacional, en el mes de abril de 2004 en Buenos Aires.


Por último quiero citar brevemente a León Trotsky en uno de los párrafos finales de su autobiografía, Mi Vida, donde expresa: “…Por todas partes oigo decir que mi peor vicio es la falta de fe en la democracia. ¡Cuántos artículos y hasta libros se han escrito sobre este tema!. El caso es que cuando se me ocurre pedir una lección práctica de democracia, todo el mundo se excusa. ¡Ni un solo país en todo el planeta se presta a estampar el visado en mi pasaporte! Y siendo esto así, ¿se me quiere hacer creer que ese otro pleito, inmensamente más importante y más cruento que es el pleito entre los poseedores y los desposeídos, va a poder resolverse aplicando con rigor exquisito los hábitos y las formas de la democracia?”.