Internacionales
3/10/1996|513
“Una Intifada mucho más dura”
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“El comienzo de una nueva intifada” (Financial Times, 27/9) detonó con la última provocación sionista; la apertura al ‘turismo’ de un antiquísimo túnel subterráneo descubierto recientemente, que recorre lugares ‘sagrados’, en el sector árabe de Jerusalén. Fue la gota que colmó el vaso de una serie de atropellos que se han agravado desde la asunción del gobierno derechista del Likud y que llevó a la población de los ‘territorios’ a un estado de miseria desconocida. Una expresión aguda de esto es que desde los atentados de febrero, los más de 100 mil puestos de trabajo palestinos en Israel han sido cancelados —en nombre del combate contra el ‘terrorismo’. Los israelíes importan ahora mano de obra desde países africanos.
La situación creada en los ‘territorios’ con la violenta represión israelí a los levantamientos, que provocó en sólo 3 jornadas más de 80 muertos, no tiene precedentes: “es la primera vez que el ejército judío usa tanques en Cisjordania desde que capturó esos territorios en la guerra de 1967” (Ámbito, 27/9). Lo mismo hizo en la franja de Gaza. Página 12 destaca que “ni en los peores momentos de la intifada (1987 a 1993), habían sufrido los palestinos tan fuertes pérdidas en una sola jornada” (27/9).
La policía palestina, que actuó desde la instalación de la “Autoridad Palestina” como un aliado de las tropas de ocupación, virtualmente se ha quebrado : a diferencia de febrero y marzo pasado, cuando realizaron operativos conjuntos para desmantelar la resistencia de sectores de Hamas y la Jihad, “esta vez —dice el Financial Times— las tropas israelíes encuentran resistencia de aguerridos miembros de las fuerzas de seguridad palestinas” (27/9). Aun así, en Nablus, por ejemplo, “los efectivos árabes protegieron a una cuarentena de soldados hebreos que estaban rodeados por una multitud que se disponía a lincharlos. Pero, cerca de allí, otro grupo de policías incendió una escuela de religiosos judíos” (ámbito, ídem).
El ‘establishment’ sionista ha entrado en un estado de conmoción. Después de un período de silencio, el ex premier laborista, Peres, declaró: “¿En qué es más segura la actual situación de lo que era antes? Yo no temo otra intifada; temo una Intifada mucho más dura” (íd.ant). En la Bolsa de Tel Aviv la crisis “repercutió con dureza”, en tanto los grandes capitales israelíes temen por el desarrollo de una Conferencia Económica regional que está prevista para fines de año en la capital de Egipto y cuya realización los ‘magnates‘ árabes ahora cuestionan, si es que el Estado sionista no se aviene a respetar los ‘acuerdos| temiendo que una nueva ‘intifada‘ desestabilice toda la región, cuando aún no se ha cerrado la crisis kurda.
Así, cuando el gobierno del Likud cumplía sus primeros 100 días, todo el Estado sionista se debatía, según los cablés, entre la eventualidad de un golpe de estado de hecho con un retorno a la ocupación plena de los ‘territorios’ —“‘estamos pensándolo’, reconoció el jefe de las Fuerzas de Defensa”— y la formación de “un gobierno de ‘unidad nacional”’ (íd.ant.). La población israelí, a su turno, ha ganado las calles en repudio al gobierno masacrador (ver nota), reclamando su renuncia.
Todo el imperialismo mundial salió a reclamarle a Natanyahu dar marcha atrás en la apertura del túnel. Natanyahu, quien tuvo que regresar imprevistamente de una gira europea, por primera vez solicitó, él, una entrevista a Arafat, para poner ‘paños fríos’ en la crisis abierta. Pero el ‘halcón’ Sharon, integrante de su gabinete, anunciaba la prosecución de los asentamientos judíos en los ‘territorios’, y aun en el Golán.
Prensa Obrera (N* 497,6/6) alertó tempranamente, al haner el balance de las elecciones israelíes, sobre esta situación que ahora estalla: “La fractura del ‘establishment’ sionista es demasiado profunda, la presión del imperialismo demasiado intensa y la coalición derechista gobernante demasiado contradictoria, es decir, la situación es demasiado explosiva, como para que Netanyahu pueda sobrevivir un tiempo prolongado simplemente haciendo equilibrio. Todo esto permite pronosticar que el gobierno de Netanyahu marcha a una crisis política a corto plazo e, incluso, a la disolución del parlamento y a la convocatoria de nuevas elecciones. Sólo por esta vía tortuosa, el ‘proceso de paz’ podrá seguir su marcha”.
La dirección nacionalista de Arafat, completamente entregada a la presión imperialista, acababa de aceptar ‘concesiones’ fundamentales a los reclamos sionistas. Presentadá como una ‘victoria’ suya, la entrevista de Arafat con Netanyahu de principios de septiembre permitió a los israelíes —de acuerdo a sus deseos— “discutir la modificación de los acuerdos de paz respecto a Hebron” (Le Monde, 20/9), donde se encuentra una de las colonias judías más belicosas en el corazón de la Cisjordania. De este modo —informaba Le Monde—“el gobierno israelí relanza la colonización de los territorios ocupados”. Según una versión de El País de Madrid “la autoridad musulmana (de Jerusalén)…había dado su visto bueno a la apertura” del túnel (Página 12,28/9).
Quiere decir, entonces, que la nueva intifada es un levantamiento contra la ocupación sionista y la “Autoridad Palestina” de Arafat.