“Una Intifada mucho más dura”

“El comienzo de una nueva intifada” (Financial Times, 27/9) detonó con la últi­ma provocación sionista; la apertura al ‘turismo’ de un antiquísimo túnel subterrá­neo descubierto recientemen­te, que recorre lugares ‘sa­grados’, en el sector árabe de Jerusalén. Fue la gota que colmó el vaso de una serie de atropellos que se han agrava­do desde la asunción del go­bierno derechista del Likud y que llevó a la población de los ‘territorios’ a un estado de miseria desconocida. Una ex­presión aguda de esto es que desde los atentados de febre­ro, los más de 100 mil puestos de trabajo palestinos en Israel han sido cancelados —en nombre del combate contra el ‘terrorismo’. Los israelíes importan ahora mano de obra desde países africanos.


La situación creada en los ‘territorios’ con la violenta represión israelí a los levanta­mientos, que provocó en sólo 3 jornadas más de 80 muertos, no tiene precedentes: “es la primera vez que el ejército judío usa tanques en Cisjordania desde que capturó esos territorios en la guerra de 1967” (Ámbito, 27/9). Lo mismo hizo en la franja de Gaza. Página 12 des­taca que “ni en los peores momentos de la intifada (1987 a 1993), habían sufri­do los palestinos tan fuer­tes pérdidas en una sola jornada” (27/9).


La policía palestina, que actuó desde la instalación de la “Autoridad Palestina” como un aliado de las tropas de ocu­pación, virtualmente se ha quebrado : a diferencia de fe­brero y marzo pasado, cuando realizaron operativos conjun­tos para desmantelar la resis­tencia de sectores de Hamas y la Jihad, “esta vez —dice el Financial Times— las tropas israelíes encuentran resis­tencia de aguerridos miem­bros de las fuerzas de segu­ridad palestinas” (27/9). Aun así, en Nablus, por ejem­plo, “los efectivos árabes protegieron a una cuaren­tena de soldados hebreos que estaban rodeados por una multitud que se dispo­nía a lincharlos. Pero, cer­ca de allí, otro grupo de po­licías incendió una escuela de religiosos judíos” (ámbito, ídem).


El ‘establishment’ sionis­ta ha entrado en un estado de conmoción. Después de un pe­ríodo de silencio, el ex premier laborista, Peres, declaró: “¿En qué es más segura la actual situación de lo que era antes? Yo no temo otra intifada; temo una Intifada mucho más dura” (íd.ant). En la Bolsa de Tel Aviv la crisis “repercutió con dureza”, en tanto los grandes capitales is­raelíes temen por el desarrollo de una Conferencia Económica regional que está prevista para fines de año en la capital de Egipto y cuya realización los ‘magnates‘ árabes ahora cues­tionan, si es que el Estado sio­nista no se aviene a respetar los ‘acuerdos| temiendo que una nueva ‘intifada‘ desestabilice toda la región, cuando aún no se ha cerrado la crisis kurda.


Así, cuando el gobierno del Likud cumplía sus primeros 100 días, todo el Estado sionista se debatía, según los cablés, entre la eventualidad de un golpe de estado de hecho con un retorno a la ocupación plena de los ‘terri­torios’ —“‘estamos pensán­dolo’, reconoció el jefe de las Fuerzas de Defensa”— y la formación de “un gobierno de ‘unidad nacional”’ (íd.ant.). La población israelí, a su turno, ha ganado las calles en repudio al gobierno masacrador (ver nota), reclamando su renuncia.


Todo el imperialismo mun­dial salió a reclamarle a Natanyahu dar marcha atrás en la apertura del túnel. Natanyahu, quien tuvo que regresar impre­vistamente de una gira europea, por primera vez solicitó, él, una entrevista a Arafat, para poner ‘paños fríos’ en la crisis abier­ta. Pero el ‘halcón’ Sharon, in­tegrante de su gabinete, anun­ciaba la prosecución de los asen­tamientos judíos en los ‘territo­rios’, y aun en el Golán.


Prensa Obrera (N* 497,6/6) alertó tempranamente, al haner el balance de las elecciones is­raelíes, sobre esta situación que ahora estalla: “La fractura del ‘establishment’ sionista es demasiado profunda, la presión del imperialismo demasiado intensa y la coalición derechista go­bernante demasiado con­tradictoria, es decir, la si­tuación es demasiado ex­plosiva, como para que Ne­tanyahu pueda sobrevivir un tiempo prolongado sim­plemente haciendo equili­brio. Todo esto permite pronosticar que el gobier­no de Netanyahu marcha a una crisis política a corto plazo e, incluso, a la disolu­ción del parlamento y a la convocatoria de nuevas elecciones. Sólo por esta vía tortuosa, el ‘proceso de paz’ podrá seguir su mar­cha”.


La dirección nacionalista de Arafat, completamente en­tregada a la presión imperia­lista, acababa de aceptar ‘concesiones’ fundamentales a los reclamos sionistas. Presentadá como una ‘victoria’ suya, la entrevista de Arafat con Netanyahu de principios de septiembre permitió a los israelíes —de acuerdo a sus deseos— “discutir la modi­ficación de los acuerdos de paz respecto a Hebron” (Le Monde, 20/9), donde se en­cuentra una de las colonias judías más belicosas en el co­razón de la Cisjordania. De este modo —informaba Le Monde—“el gobierno israe­lí relanza la colonización de los territorios ocupa­dos”. Según una versión de El País de Madrid “la autori­dad musulmana (de Jerusalén)…había dado su visto bueno a la apertura” del túnel (Página 12,28/9).


Quiere decir, entonces, que la nueva intifada es un levantamiento contra la ocu­pación sionista y la “Autori­dad Palestina” de Arafat.