Una política obrera en Uruguay

En las últimas semanas, cientos de trabajadores desocupados y activistas sindicales, entre ellos militantes y ex militantes de otros partidos, firmaron la lista de “convencionales” del Partido de los Trabajadores de Uruguay, uno de los requisitos legales para la presentación electoral del PT en las elecciones de octubre. En las barriadas, la inscripción en la lista es debatida y aprobada en asambleas. Un lugar destacado entre los firmantes lo ocupan las compañeras que están al frente de las ollas populares.


La campaña del PT es sencilla: plantea la necesidad de impulsar un frente de trabajadores y la izquierda clasista que enfrente desde ahora al próximo gobierno fondomonetarista y proimperialista de la “Nueva Mayoría” (el nombre que ha adoptado el Frente Amplio-Encuentro Popular después de la incorporación de una cantidad de carreristas políticos blancos y colorados).


La campaña del PT revela la existencia de una vanguardia obrera, que ha realizado una amplia experiencia política con el FA.


Debate político


Pero mientras cientos de trabajadores firman como “convencionales”, las organizaciones de izquierda que se encuentran fuera del FA rechazan el convite.


Jorge Zabalza, ex dirigente tupamaro, anticipa que el nuevo gobierno del FA “no será una aproximación al poder ni un avance (sino) un retroceso y una integración al Estado”. Sin embargo, llama a votar por el FA “para agotar la experiencia”. Pero llamar a los trabajadores a votar por su propia derrota sólo servirá para que agoten su paciencia con Zabalza.


El MRO también se opone al Frente de la Izquierda, pero con argumentos exactamente opuestos: llama a votar en blanco y acusa al PT de “electoralista”. En una carta al PT, sin embargo, reconoce que sus divergencias internas le impiden presentarse a las elecciones. En otras palabras, que los une el confusionismo o que los confunde su unidad.


Prueba ácida


El acto del 1° de Mayo pasado permitió, sin embargo, observar la actitud de la llamada “izquierda radical” frente al futuro gobierno del FA.


La burocracia frenteamplista del PIT-CNT convocó al acto con el planteo de “sepultar con votos” a los partidos tradicionales. Es decir que convirtió un acto obrero en un acto de campaña del bloque capitalista “Nueva Mayoría”.


Pocos días antes, esta misma burocracia había mantenido un almuerzo secreto con los más altos representantes de la Embajada norteamericana en Montevideo, interesados en hacerles saber a los burócratas, de primera mano, su “preocupación” por un eventual “desborde sindical” en caso de una victoria del FA. La realización de la reunión fue aprobada por unanimidad por la dirección del PIT-CNT, incluyendo a los representantes de las corrientes “radicales”, como Juan Carlos Venturini, de la Corriente de Izquierda. El periódico del PT denuncia que “la burocracia sindical ya ocupa el Ministerio de Trabajo” (Tribuna, 12/5); aunque más apropiado sería decir que lo ocupa la Embajada de EE.UU.


Lo significativo del 1° de Mayo fue la rechifla que recibió la burocracia y la simpatía con que los trabajadores tomaron las consignas del PT, y que muchos de ellos se sumaron a la marcha posterior que se hizo a la Embajada norteamericana en repudio a la ocupación de Irak. La columna del PT, que reunió a unos 500 compañeros, fue una de las más importantes del acto.