Uruguay: Crece la huelga de la construcción

La huelga general de la construcción en Uruguay (Sunca) ha entrado en su tercera semana con nuevos síntomas de vitalidad y empuje. En los últimos días se ha extendido a algunas empresas de industrias anexas (canteras de mármol, ladrilleras, fábricas de baldosas) cuyos obreros se encuentran afiliados al Sunca pero que, normalmente, no participan de la vida gremial.


El pliego reivindicativo de la huelga consiste en un inmediato aumento salarial del 50%, la elevación del mínimo a $3000, (equivalente al costo de la canasta familiar), la garantía del pago de 22 jomadas, la reducción de la jornada de trabajo y el estricto cumplimiento de las leyes de seguridad e higiene. Aunque hoy el salario medio de la industria de la construcción es de $1000, un tercio del valor de la canasta familiar, las cámaras patronales en el Consejo del Salario ya han anunciado que “no están dispuestas siquiera a negociar salarios para cubrir el costo de vida” (La República. 16/6).


El activismo de base —y la oposición clasista, “Lucha Obrera”— está jugando un papel muy destacado en la huelga. Los “fogones”, donde se agrupan diariamente los huelguistas de cada zona, funcionan como verdaderos comités de huelga, organizando asambleas y actos. Desde allí salen los piquetes de huelga, que han jugado un importante papel, tanto para disuadir” a los contados cameros como para propagandizar la huelga y extenderla a las industrias anexas.


La burocracia frenteamplista del Sunca está haciendo un esfuerzo para que la huelga sea 7o menos general” posible. No realiza asambleas generales, se ha opuesto a la realización de una marcha y se opuso, también, a la moción de “Lucha Obrera” de extender la huelga a las industrias anexas. Cuando por iniciativa de los piquetes y de los “fogones” ciertas empresas de las industrias anexas entraron en huelga, la burocracia del Sunca concurrió a las fábricas y canteras a levantarlas.


La burocracia del Pit-Cnt, por su parte, mantiene aislada a la huelga, a pesar de que, junto a ella, se desarrollan conflictos salariales en toda el área estatal. Los burócratas frentéamplistas del Pit-Cnt están dispuestos a llamar innumerables paros generales, pero sólo para celebrar el “entierro” de las luchas que ellos llevaron a la derrota, pero nunca a declararlo cuando pueda servir para potenciar las luchas en curso.


La huelga de la construcción se convirtió en un referente de oposición al gobierno de Lacalle. Esto explica que, según las encuestas, el 75% de los montevideanos apoye a los huelguistas y más del 70% se haya declarado dispuesto a colaborar con su fondo de huelga (La República, 13/6).


Pero, precisamente porque se trata de una oposición al gobierno en el terreno de la lucha de clases y de la acción directa —y no en el terreno de enjuagues parlamentarios y los acuerdos con la burguesía—, el Frente Amplio le ha dado la espalda. La coalición, como tal, no se ha pronunciado en favor de los huelguistas. El silencio del FA revela sus contradicciones: mientras el 95% de sus bases —según las encuestas— apoyan la huelga, su dirección se opone a ella. Uno de sus dirigentes, el “presidenciable”, Danilo Astori, marcó la línea de toda la dirección del FA, al declarar que “el salario equivalente a la canasta familiar —dijo— pone a la industria uruguaya fuera de competencia” (con la industria extranjera). Para los “patrones” del FA, los patrones de la construcción tienen razón; ¡los trabajadores a joderse!


El “ala Izquierda” del FA —PCU, 26 de Marzo, MPP-— ha comenzado, por su parte, a realizar actos zonales en apoyo a ia huelga de la construcción, en los que ha participado el PT.


La huelga de la construcción es una nueva evidencia del carácter visceralmente antiobrero y propatronal del FA y de la impotencia de su “izquierda”, dispuesta, contra viento y marea, a mantener la unidad con los rompehuelgas.