“El tiempo de las ambi­güedades políticas pasó y ya es el momento de ejercer el papel opositor que la ciuda­danía nos encomendó” (Bre­cha,, 13/10). Tabaré Vázquez anunció el pedido del FA de interpelar a tres ministros del gobierno uruguayo con estas sorprendentes pala­bras.

Pero incluso después de las palabras de Vázquez, el Frente Amplio no se ha con­vertido en opositor. Lo dicen “los distintos dirigentes frenteamplistas consultados (que) coincidieron en desta­car que esta ofensiva políti­ca (las interpelaciones a los ministros) no responde a un cambio en la estrategia opo­sitora, estaría determinado por ‘factores ajenos’ a la vo­luntad de la izquierda” (ídem).

¿Cuáles son esos “facto­res ajenos a la voluntad de la izquierda”? Según la re­vista frenteamplista, “la paulatina agudización de la crisis que vive el país”. En otras palabras, el “malestar social” expresado en las ma­sivas asambleas de los ven­dedores ambulantes, en la lucha de los estudiantes se­cundarios, en la lucha de los trabajadores municipales de Montevideo. Por eso en lu­gar de estar en el papel de la oposición, al FA se asigna el de contención.

El show de las interpela­ciones, pretende desmovili­zar a los activistas obreros y sindicales que están ganan­do la calle para obtener las firmas necesarias para im­poner un referéndum para derogar la “ley de urgencia”. El FA se ha negado a respal­dar esta movilización.

La “ambigüedad” del FA es el ropaje conveniente de su cogobiemo con blancos y colorados.