Uruguay: Zabalza denuncia la integración de los tupamaros al Estado

Un libro biográfico (titulado “Cero a la izquierda”) escrito por el periodista Federico Leicht, se convirtió en un best seller en Uruguay. Se trata de la biografía del ex militante y dirigente tupamaro Jorge Zabalza (apodado “el Tambero"). La vida de Zabalza es suficientemente rica para justificar tal interés: hijo de un rico y prominente dirigente del Partido Nacional (su padre fue Intendente de Lavalleja, diputado y senador, e incluso integró el Consejo Nacional de Gobierno en la época del Poder Ejecutivo colegiado), se convirtió en uno de los más célebres tupamaros. Pasó más de 13 años preso, casi todos ellos en calidad de “rehén” —al igual que otros ocho tupamaros—, lo que significaba estar confinados en aljibes o celdas de aislamiento construidas especialmente en distintos cuarteles del país.


De acuerdo con el libro, antes de convertirse en Tupamaro, el joven Zabalza era no sólo un joven sin privaciones ni responsabilidades, sino frívolo, célebre en la ciudad de Minas por los disturbios y sus borracheras nocturnas. Su transformación en militante revolucionario significó un cambio radical en su vida. Antes de ingresar en el MLN-Tupamaros, Zabalza viajó al exterior y vivió casi un año en un kibutz. Luego de volver a Uruguay y fracasar en el intento de ingresar al MLN-T, en 1967 participó —al igual que Ruben Sassano— de un grupo reclutado por el MRO (Movimiento Revolucionario Oriental) para entrenarse en Cuba e ir a combatir con el Che a Bolivia; el asesinato del guerrillero argentino-cubano significó el prematuro final de esa experiencia. Al volver de Cuba, Zabalza logró finalmente integrarse a Los Tupamaros. En 1969, preso en la cárcel de Punta Carretas (de donde sería partícipe de la más numerosa fuga de prisioneros políticos de todo el mundo, en 1971), Zabalza recibe la noticia de la muerte de su hermano Ricardo (cinco años menor que él), quien había caído herido en la ciudad de Pando y fue ejecutado de un tiro en la nuca por el aparato represivo.


Todos estos elementos, así como la narración de sus peripecias en la clandestinidad, en las cárceles, en la tortura, su condición de rehén tupamaro, no son sin embargo los que motivaron la celebridad de esta biografía. Existen otros libros que testimonian experiencias similares, aunque tal vez no tan intensas como la del “Tambero”. La novedad y el impacto político de este libro, obedece a las revelaciones sobre hechos posteriores a la dictadura militar, y al balance de Zabalza sobre la debacle política de los Tupamaros, que finalmente se integraron al Estado burgués como una pieza fundamental del gobierno capitalista del Frente Amplio.


El debate estalló —incluso con diputados que se insultaron y se trompearon en pleno parlamento— fundamentalmente en torno a la conocida como “masacre de Jacinto Vera” o “del Hospital Filtro”, en la cual el gobierno del Partido Nacional en 1994 ordenó a la policía reprimir brutalmente y a balazos a una manifestación pacífica, que reclamaba por el asilo político a tres vascos que hacían huelga de hambre en contra de su extradición a España. Decenas de heridos y dos muertos de bala fue el resultado de esa masacre. El libro sobre Zabalza afirma que los Tupamaros “contaban con un ómnibus repleto de cócteles molotov y 5 mil miguelitos, además de una banda de jóvenes radicales deseosos de entrar en acción”, lo que pretendió ser utilizado por un diputado de extrema derecha del Partido Colorado para justificar la masacre, pese a que dichos “miguelitos” y “cócteles molotov” nunca se utilizaron ante la masividad de la manifestación pacífica.


El libro también revela la realización de “expropiaciones” ( tras la dictadura) para financiar al MLN-T y en particular sus medios de prensa (editaban un quincenario que llegó a tirar 23.000 ejemplares, y contaban con una radio), así como los contactos políticos y financieros de Tupamaros con ETA y el MRTA peruano. La biografía narra como en 1993 Zabalza trasladó 30 mil dólares provenientes del grupo peruano para financiar al MLN-T, y cómo en 1996 (cuando ya no integraba el MLN) “estuvo a punto de tomar parte” en la toma de la embajada de Japón en Lima.


La importancia de la masacre del Hospital Filtro en la evolución del MLN-T, fue que aceleró el proceso de cooptación de su dirección a la política del Frente Amplio, con el cual mantenía una unidad contradictoria (según el libro, tanto Raúl Sendic como Zabalza y otros 7 dirigentes tupamaros, votaron contra el pedido de ingreso al FA, realizado en 1986 y concretado en 1989, poco después de la muerte de Sendic). El MLN integraba en 1994 una coalición dentro del FA llamada “Movimiento de Participación Popular” (MPP), la cual designó a cuatro dirigentes (entre ellos dos líderes tupamaros, Mujica y Fernández Huidobro) como “asesores” del entonces candidato Tabaré Vázquez. En 1995, Zabalza rompió con el MLN-T, aunque permaneció dentro del MPP junto con otros sectores que formaban su ala izquierda, rechazando esa política de subordinación al vazquismo.


En 1997, “el Tambero” se convirtió en una figura política pública de la izquierda cuando, siendo presidente de la Junta Departamental de Montevideo, se opuso a la privatización del Hotel Casino Carrasco. La dirección del MPP intentó durante 14 horas vencer la resistencia de Zabalza y obligarlo a votar a favor o, al menos, a retirarse de la sala sin votar. La negativa del entonces líder del MPP llevó a una crisis política en el Frente Amplio (incluyendo la renuncia de Tabaré Vázquez a la presidencia de dicha coalición, y la renuncia del propio Zabalza a la presidencia de la Junta Departamental) y al estallido del MPP entre 1998 y 1999. Los “asesores” de Tabaré habían culminado su integración al Estado capitalista, y serían una pieza clave en la regimentación del movimiento obrero que culminó en el acceso de Vázquez a la presidencia hace tres años. En 2004, Zabalza ya no militaba en ninguna organización del Frente Amplio, ni era candidato a ningún cargo parlamentario; sin embargo, todavía declaraba: “yo voy a votar al Frente Amplio… (porque) desde el punto de vista táctico favorece al desarrollo de la conciencia el hecho de que esa instancia se agote”.


La experiencia de los últimos tres años revela con total nitidez el carácter capitalista del gobierno del Frente Amplio, el que impulsa la política del FMI, la firma de un TLC con Bush y la penetración de las multinacionales —como Botnia— que acaparan las tierras, depredan el ambiente y se llevan la renta de la tierra al exterior. Todo esto lo lleva adelante un gobierno cuyo ministro de Agricultura es un viejo Tupamaro, ex rehén de la dictadura, como José Mujica, quien hoy constituye una de las tendencias que impulsan un giro aún más a la derecha del Frente Amplio y su gobierno (incluyendo el ataque a los funcionarios públicos y el impulso a las privatizaciones).


La biografía de Zabalza ha tenido un gran impacto, entre otras razones porque quien hace 40 años era un joven que se entrenaba para ir a pelear con el Che, y tuvo un papel fundamental en la lucha de las últimas décadas, denuncia no ya la capitulación sino la completa integración de los viejos líderes tupamaros al régimen burgués y semi-colonial.


El título del libro —Zabalza dice que responde a la visión de su autor, y no a la propia— declara al ex dirigente tupamaro un “Cero a la izquierda”. Pero no estar integrado a la cúpula que gobierna el Uruguay no equivale a una “muerte política”, como pretende el título. La “izquierda” sólo se puede (re)construir fuera del Frente Amplio, como oposición de izquierda al gobierno capitalista de colaboración de clases. Los trabajadores vienen agotando sus expectativas en el Frente Amplio, como se ha expresado entre otras cosas en numerosas elecciones sindicales y luchas salariales. El MLN-T está sufriendo desgajamientos por la derecha (como el grupo liderado por Fernández Huidobro) y sobre todo una sangría constante de militantes y adherentes que se desengañan de la política oficial. El Partido Comunista vive una crisis imparable, que se ha manifestado incluso en la renuncia de su ministra de Desarrollo Social al Comité Central, así como en los choques dentro de su aparato sindical. Es hora de poner en pie una alternativa obrera y socialista.