VENEZUELA

El sicariato silencia las voces de los trabajadores clasistas

El pasado 12 de julio, fue asesinado el asesor sindical de la central sindical Unete, Alexis Díaz, militante del PSUV del estado de Aragua. También Jerry Díaz, trabajador de Mampa, fue ultimado en Maracay el 25 de abril de este año. Unos meses antes, mataron a Francisco Ferreira, de Sidetur en Valencia; Tomás Rangel, dirigente de Unete en el estado Barinas, y Argenis Vásquez, de Toyota, en Cumaná. También asesinaron a Javier Marcano y Pedro Suárez en la represión a los trabajadores de Mitsubishi, movilizados por el despido de 135 trabajadores en febrero de 2009. Richard Gallardo, Luis Hernández y Carlos Requena, dirigentes de Unete de Aragua, fueron muertos por solidarizarse con la huelga de trabajadores de Alpina de noviembre de 2008 (PO Nº 1.066, 4/12/08).

Provea, una organización de derechos humanos, denuncia que 131 dirigentes sindicales han sido asesinados entre octubre de 2005 y septiembre de 2009.

El Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora (FNCEZ) registra 214 víctimas fatales entre el año 2000 y junio de 2009 (Laclase.info, 26/6/09).

Al asesinato por encargo se suma la criminalización de la protesta. Más de 230 trabajadores se encuentran vetados a promover asambleas o a acercarse a los portones de las fábricas, bajo pena de detención y cárcel. Peor aún les sucede a los que trabajan en la industria alimenticia, porque por decreto presidencial está prohibida cualquier acción que paralice esta actividad, inclusive las que legalmente están plasmadas en la Ley del Trabajo.

A la fecha, todos los crímenes han quedado impunes. Todos los casos se dieron por conflictos entre trabajadores y patrones, de índole laboral, por discusión de un contrato colectivo, por denuncias de grave explotación o por manifestarse en las calles frente a sus lugares de trabajo.

La presencia de sicarios es tan sólo la forma expresa de la descomposición social que manifiesta el accionar represor del Estado capitalista, a pesar del “obrerismo” impostado del presidente Chávez.

Para impedir nuevos casos de asesinatos de dirigentes clasistas y castigar a los patrones que los encomiendan, es necesaria la organización autónoma de los trabajadores, recuperar desde sus bases los sindicatos para liberarse del corsé que les impone el nacionalismo izquierdizante, democratizar las federaciones regionales y darle forma programática a un congreso clasista de trabajadores por una central única que se plantee las tareas concretas del socialismo. Precisamente todo lo contrario de lo que se viene haciendo de la mano de los tarifados y burócratas del gobierno bolivariano.