Venezuela: La reelección de Chávez, agenda política del PRS

El PRS (Partido Revolución y Socialismo) de Venezuela, se ha sumado, mediante una declaración política especial, a la campaña por los 10 millones de votos para la reelección de Chávez, que acompaña con la consigna de “10 millones por una Venezuela Socialista, sin patrones, burócratas, ni corruptos”. El PRS plantea respaldar la reelección “desde una perspectiva de independencia de clase”, pero no hay ningún planteo sobre esa independencia en el marco de esta campaña.


¿Cuál es el cuadro electoral en Venezuela? La oposición burguesa está en retroceso y dividida. No está en peligro la continuidad de Chávez. La burguesía hace negocios. La Bolsa venezolana continuó con su tendencia alcista aún cuando el resto de las bolsas latinoamericanas y mundiales se desplomaban. Los compañías petroleras firman nuevos contratos con PDVSA, asegurándose una gran tajada de la renta petrolera por mayores plazos de tiempo.


La campaña por los diez millones de votos no es para ganar las elecciones, sino para encuadrar a las masas y contener su descontento. El mismo hecho de que en la UNT haya prevalecido el reclamo de elección de sus dirigentes, en nombre de la independencia sindical, demuestra que Chávez enfrenta a un desafío a la izquierda de su régimen.


Chávez pretende encerrar al movimiento popular en torno a un apoyo plesbicitario a su gobierno. El PRS reivindica la “movilización” y “la lucha autónoma por nuestras reivindicaciones más sentidas”, pero, por encima de esto, afirma: “Nuestro punto de partida es que no dudamos ni un solo segundo en manifestar que haremos nuestros mejores esfuerzos para contribuir a que 10 millones, o más, de venezolanos y venezolanas, reventemos las urnas con votos por la reelección del presidente Chávez. Es difícil decirse revolucionario y no jugarse a fondo por la reelección, asestando una nueva y contundente derrota a la contrarrevolución, sus candidatos y sus programas políticos retrógrados”. Llama a la UNT y a las organizaciones de masas combativas, a formar un “frente electoral que reivindique esta perspectiva revolucionaria y socialista”. Lo que cabe concluir de aquí es que el “socialismo” es participar de la campaña de Estado de seguimiento a Chávez. El PRS caracteriza al proceso bolivariano como “una revolución social”, que “aun no hemos coronado exitosamente”. Para lograr el éxito habría que eliminar el cerco de partidos, burócratas y funcionarios, que rodean a Chávez, porque ese copamiento estaría poniendo límites a la “revolución social”. Esto lo hemos escuchado en 1955 y en 1973 con relación a Perón. El PRS plantea una suerte de “revolución permanente” bajo la conducción de Chávez. “Aun (!!!) el gobierno de Chávez no rompe con el imperialismo, no trasciende el capitalismo, a pesar de los discursos c ontra Bush y las referencias al socialismo del siglo XXI”. El gobierno — continua el PRS — “no es todavía la expresión genuina del poder directo de los trabajadores, de los campesinos y de los más explotados de la población, los cuales venimos movilizándonos revolucionariamente desde 1989” (los signos de admiración son nuestros). En otras palabras, “aún”, “todavía” no lo es, pero… no cita un solo hecho realmente anticapitalista, que lo ponga en una perspectiva de expropiación del capital o destrucción del Estado. Como jefe del nacionalismo militar, lo último que se le ocurriría a Chávez es destruir el Estado, o sea transformar a la fuerza armada en milicia popular.


Asistimos a una revolución incompleta que sería necesario profundizar, dice el PRS, sin reparar que ésta ha sido la posición clásica del menchevismo. Bajo este punto de vista, la emancipación nacional y social es el resultado de una transformación interna del Estado capitalista, en este caso, bajo la conducción de una fracción nacionalista militar, y de ninguna manera el resultado de una revolución popular dirigida por los trabajadores.


El nacionalismo energético chavista no tiene nada de excepcional — es toda una tendencia, que se manifiesta en Rusia (Putin confiscó sin miramientos a un poderoso pulpo oligárquico yanqui, Yukos), Argelia, Bolivia, Irán, Arabia Saudita, Kuwait, incluso Argentina — donde las retenciones a la exportación ofician como nacionalización de la renta petrolera).


Conclusión


La actuación política de una izquierda revolucionaria en Venezuela no es, por cierto, fácil, pero no es una salida confundirse políticamente con las caracterizaciones. El chavismo ejerce una presión enorme; las masas empobrecidas lo siguen. En estas circunstancias hay que agarrarse fuerte a un programa de reivindicaciones muy sentidas y procurar convertirlo en agenda de una parte de las masas, concretamente los obreros industriales. Desde esta posición de lucha será necesario mostrar todos los límites de clase del nacionalismo, que no son consecuencia de ‘cercos’ o ‘entornos’. El PRS, no ya la UNT (que como sindicato es heterogéneo), hace lo contrario: se suma a la agenda del nacionalismo burgués.