Victoria derechista en los sindicatos norteamericanos

El movimiento sindical ‘reformista’ norteamericano acaba de sufrir una seria derrota. Con la victoria de Jim Hoffa Jr. en las elecciones de los Teamsters (camioneros), la vieja burocracia ligada a la mafia y a los republicanos retorna a la dirección del sindicato, de la que había sido desplazada en 1991 por una dirección centroizquierdista.


La victoria de Hoffa fue “abrumadora”, según reconocieron sus propios adversarios: obtuvo el 60% de los votos –contra el 35% del candidato ‘reformista’ Tom Ledham– y ganó en todas las regiones del país.


Los Teamsters son el mayor sindicato norteamericano y fue el primero en el cual los ‘renovadores’ habían desplazado a la vieja burocracia. Además, en el sindicato de camioneros existe el mayor y más antiguo agrupamiento antiburocrático y de bases del movimiento sindical norteamericano, el TDU (Camioneros por un Sindicato Democrático), con más de 10.000 militantes y 20 años de lucha.


Otro hecho demoledor para los ‘reformistas’ es que sólo votó el 20% de los empadronados a pesar de que se votaba por correspondencia… y con respuesta postal paga.


Las razones de una derrota


La derrota ‘reformista’ es un resultado de la intervención del Estado en el sindicato. A mediados del ‘97, exactamente después de la rotunda victoria de los Teamsters en la huelga de la UPS, la justicia anuló las elecciones en que los ‘reformistas’, encabezados por Ron Carey, derrotaron por estrecho margen a Hoffa. Los jueces acusaron a Carey de haber montado un ‘esquema’ financiero para desviar fondos del sindicato a su caja de campaña.


El ala más derechista de la burocracia ‘renovadora’ fracturó el frente con el TDU, abandonó al nuevo candidato ‘reformista’ y se pasó a la lista de Hoffa.


El escándalo del desvío de los fondos sindicales a la campaña de Carey fue montado por asesores externos que actúan como puente político y financiero entre la burocracia sindical y el partido demócrata. Precisamente, el ‘esquema’ consistía en la donación de dinero del sindicato a candidatos demócratas que luego ‘retornaba’ como ‘donaciones personales’ de estos mismos candidatos a la caja de campaña de Carey.


El presidente del TDU, Ken Paff, atribuyó el bajo número de votantes a que “los afiliados vieron a los dos candidatos como estafadores: Hoffa a causa de su padre (presidente del sindicato entre 1957 y 1971) y de sus relaciones con la vieja dirección, y a Ledham a causa de sus relaciones con Carey” (The Washington Post, 3/12).


Consecuencias


La victoria de Hoffa tendrá amplias consecuencias sobre el movimiento sindical norteamericano. Refuerza la subordinación de los sindicatos norteamericanos al Estado y pone en crisis el eje de la política de la central sindical, la AFL-CIO: su estrecha subordinación al partido demócrata.


Para los activistas que tan duramente lucharon por recuperar el sindicato de las manos de la burocracia mafiosa se plantea un balance a fondo de la fracasada experiencia ‘reformista’: el punto de partida para luchar por la auténtica democracia sindical es la ruptura política con el partido demócrata, es decir, con la burguesía y su Estado.