Victoria internacional del imperialismo

Con la caída de Kabul, el imperialismo norteamericano ha obtenido una importante victoria política internacional. Apenas unos diez días antes, el jefe del Pentágono, Rumsfeld, desesperaba por la posibilidad de alcanzar ese resultado mediante el recurso excluyente de los bombardeos. En el alto mando norteamericano comenzaba a escucharse el pedido de destitución del comandante en jefe. La prensa opinaba incluso que el gobierno norteamericano estaba retrasando una ocupación de Kabul porque todavía no había arreglado los acuerdos políticos necesarios para la sucesión de los talibanes. El gobierno de Irán había denunciado que los bombardeos a las líneas avanzadas de los talibanes en Kabul eran simplemente ficticias, esgrimiendo las mismas razones políticas.


La Alianza del Norte, por su parte, asegura que se vio obligada a ocupar Kabul para evitar un vacío de poder. Alega que los talibanes habían evacuado la ciudad, retirándose a las montañas. Existe una coincidencia en que la ciudad cayó sin un combate final que muchos supusieron que hubiera sido muy sangriento. Esto, sin embargo, es lo que está ocurriendo en la ciudad norteña de Kunduz, donde la resistencia talibán sería feroz. En el sur de Afganistán, los talibanes habrían cedido el gobierno en varias ciudades a otras fracciones políticas de su misma etnia, los pashtun.


A la luz de todo esto, sorprende que se diga ahora que la caída de Kabul obedeció a la contundencia y precisión de los bombardeos norteamericanos o al error de los talibanes de haber pretendido defender la ciudad con líneas atrincheradas que eran visibles desde el aire. Las causas de la caída de Kabul y de la vertiginosa caída de los talibanes aún deberán estudiarse, ya que llama la atención que se produjeran en las vísperas mismas del crudo invierno de la región y del inicio de la principal celebración musulmana. Es claro que la continuidad de la guerra hubiera puesto seriamente en peligro la estabilidad de Pakistán, donde sin embargo los jerarcas religiosos y políticos pro-talibán no hicieron nada por extender el frente de lucha contra la agresión de Estados Unidos y la Otan.


La ocupación de Kabul por los pro-imperialistas dio lugar a distintas manifestaciones de apoyo a la libertad de la mujer, en especial por parte de la mujer de Bush. Para esto es necesario recordar que el status de la mujer afgana había alcanzado los niveles más altos dentro del Asia musulmana, bajo los gobiernos previos a la contrarrevolución apoyada por Estados Unidos y Pakistán, en especial en la década del ’80, cuando gobernaron las fracciones del Partido Comunista. El restablecimiento de la burkha fue impuesto por las fuerzas armadas por el imperialismo democrático norteamericano.


La caída de los talibanes no resuelve la crisis en Afganistán, ni mucho menos en la vasta zona que ha sido afectada por esta guerra, desde las ex naciones soviéticas de Asia central, hasta Irak y Arabia Saudita. Una fracción importante del imperialismo, tanto yanqui como inglés, plantea la necesidad de proceder en Irak del mismo modo que en Afganistán, porque solamente la eliminación de los puntos graves de conflicto habilitaría al imperialismo a ejecutar tres tareas que considera fundamentales: 1) imponer una “paz” en Palestina que asegure la dominación sionista y la liquidación de la Intifada; 2) estabilizar la situación política de la monarquía saudita; 3) estabilizar el Asia Central en torno a Afganistán para iniciar la construcción de los oleo-gasoductos que lleven el petróleo de esta zona al Extremo Oriente (China, Japón,Corea). El fenómeno político más importante de la guerra ha sido el ingreso del gobierno ruso a la órbita de la política yanqui, con la clara intención de llevar adelante todos los planes sociales y políticos que habiliten una plena restauración del capitalismo en Rusia. La caída del precio del petróleo en las últimas semanas, hace temer que se reabra la crisis fiscal y financiera en Rusia, que se sumaría a la generalizada crisis internacional en curso.


Palestina e Irak serán los próximos escenarios donde se estrenará la nueva alianza ruso-norteamericana. El gobierno de Putin, contra todas las previsiones, podría aceptar el restablecimiento de las inspecciones de la ONU en Irak, teniendo en cuenta que estarían acompañadas con una liberación del embargo petrolero, lo cual interesa a Rusia. La derrota talibán afectará al pueblo palestino, aunque las apariencias sugieran que puede acentuar las presiones para llevar a la negociación al gobierno sionista. El carácter de ésta será claramente contrario a los intereses antiimperialistas en Palestina.


A caballo de la guerra, se ha lanzado una ofensiva antidemocrática sin precedentes en Europa y Estados Unidos, al punto que Bush ha decretado la formación de tribunales militares a la Fujimori, esto porque son secretos, además de que pueden operar en el exterior. Para los pueblos de los países imperialistas, esto pone en claro que el enemigo principal está en su propio país y que el objetivo progresista en la guerra afgana es la derrota del imperialismo, incluso a manos de los reaccionarios talibanes.


La movilización internacional debe seguir en pie, por el alejamiento de todas las fuerzas extranjeras de Afganistán y Asia Central, por la autodeterminación de Irak, por la defensa de la Intifada y el derecho al retorno y una república democrática en todo el territorio histórico de Palestina.