WikiLeaks y la crisis mundial

-Exclusivo de internet

La filtración de miles de cables diplomáticos por parte del sitio WikiLeaks reavivó la polémica por la “neutralidad” de la red, que venía siendo cuestionada por parte de los pulpos digitales en el último tiempo. El cese de la neutralidad de la red significaría la creación de distintos “niveles” de acceso a ella, lo que pondría fin a la igualdad de acceso para los usuarios. Lo mismo sucedería con la descarga y utilización de aplicaciones, archivos y cualquier dato. La extinción de la neutralidad por motivos económicos, pues permitiría tarifar los accesos, adquiere un carácter político luego de lo de WikiLeaks.

Barack Obama había hecho eje, durante la campaña electoral, en mantener la neutralidad -sostenido por Google-, pero ahora encabeza la “contrarrevolución” -también sostenido por Google-, para regimentar los contenidos y evitar cualquier futura “filtración” indeseable. El candidato que se apoyó en el boom de las redes sociales y el acceso a la tecnología para difundir su campaña, es ahora el candidato a sepultar Internet (tabicar el acceso).

“El gobierno no puede tomar acciones oficialmente para silenciar a Wikileaks, pero una compañía de web hosting no es el gobierno”, explica la organización Electronic Frontier Foundation (Página/12, 7/11). La regulación de la neutralidad de la red permitiría distinguir (discriminar) “contenidos legales” de “ilegales” e impedir la publicación de nuevas “filtraciones”.

El argumento para poner fin a la neutralidad en Internet es la existencia de una demanda “excesiva” de parte de los usuarios, que podría ser segmentada (restringida) mediante la creación de distintos niveles y financiar, de este modo, un mayor desarrollo técnico. En oposición a las condiciones materiales existentes (tecnología, infraestructura) para un desarrollo “universal” de la red, la crisis capitalista empuja a los pulpos a impulsar, de un lado, una competencia despiadada, y del otro, un “tarifazo planetario” (PO nº 1.147). En ese cuadro, Obama interviene para la censura en Internet, hasta ahora una prerrogativa de sus rivales chinos -que parecen también mejor entrenados para la llamada guerra cibernética. Si bien existen formas de limitar los contenidos a los usuarios EN determinados países (Irán, China, Cuba, ¿Estados Unidos?), la posibilidad de replicar el sitio por parte de usuarios con un dominio, como de hecho está sucediendo con WikiLeaks, permite romper esos cercos. El fin de la neutralidad permitiría a las corporaciones levantar barreras virtuales. Si estas se hubieran establecido en el origen de la red, habrían hecho imposible su expansión y masividad, porque sólo hubieran permitido a los usuarios interactuar con una “parte” de la red. Por ejemplo, sería afectado el correo electrónico, uno de los pilares sobre los cuales se edificó la red, pues un usuario de Hotmail no podría enviar un ‘mail’ a uno de Gmail. Algo impensable.

La excusa

WikiLeaks es, en realidad, una excusa. Hace más de dos meses, el gobierno norteamericano envió al Capitolio un proyecto para reformar Ley para la Asistencia de las Comunicaciones en el Orden Público y poder intervenir, así, perfiles en las redes sociales o ‘chat’ codificados, como el BlackBerry.

Por su parte, el titular del ente regulador de las telecomunicaciones de los Estados Unidos (FCC), Glen Genachowski, tras las revelaciones de WikiLeaks, anticipó que contempla avalar el cobro de “diferentes tarifas” para diferentes tipos de servicios. La propuesta también permitiría a los proveedores “gestionar sus redes para limitar la congestión del tráfico” (ídem), lo cual implica negar el acceso a toda una franja de usuarios. Es decir, el gobierno de Obama se metió de lleno en la regimentación y despedazamiento de Internet.

Podría dar la impresión de que asistimos a una operación de restricción del mercado virtual por parte de quienes lo explotan. Ocurre, sin embargo, lo contrario: sin una expresión monetaria adecuada (precios, tarifas) el mercado no existe efectivamente. Ocurre lo mismo con servicios más antiguos, por ejemplo el agua, que pasaron del pago de un canon general a un precio de acuerdo con los niveles de consumo. Los pulpos de Internet fuerzan una intervención del Estado para regular el servicio, es decir desarrollar su carácter mercantil, que no tiene lugar en forma espontánea. El bloqueo a la interactuación y a diversas formas de participación social en la red es funcional al desarrollo de la cibernética militar -algo que también tiene que ver con la crisis mundial, pues ella ha agudizado la rivalidad en este terreno y la llamada guerra cibernética es un signo de la preparación de enfrentamientos militares.

En cierta oportunidad, la Presidenta aseguró que si Internet hubiera existido en los ‘70, el golpe militar no hubiera podido producirse, dado el desarrollo de la información en el ciberespacio. La capacidad de la tecnología para imponerse sobre las contradicciones sociales ha sido refutada una vez más. El desarrollo de las fuerzas productivas, por el contrario, lleva al paroxismo las contradicciones en las relaciones de producción. La crisis del ciberespacio es otra manifestación, por cierto altamente relevante, de la decadencia histórica del capital.

La represión contra WikiLeaks y sus implicancias para el desarrollo mundial de la red ponen sobre el tapete, de nuevo, que Internet no es un factor de “salida” a la bancarrota capitalista mundial, sino un factor de agravamiento de la crisis mundial.