Yugoslavia: el régimen privatista

La rebelión popular que acabó con Milosevic y el surgimiento de “comités obreros” no deben disimu­lar que el nuevo gobierno de la Oposición Serbia Democrática (DOS) es un instrumento solapado del imperialismo. Entre sus “prin­cipales reformas previstas” -dice el semanario Vreme de Belgrado figuran “la adhesión inmediata … al Pacto de Estabilidad del Sudes­te de Europa”, el “retorno (de Yu­goslavia y Serbia) al seno del FMI y del Banco Mundial”, “la apertura de negociaciones con vistas a una negociación con la Unión Euro­pea”, “la adaptación de la legisla­ción económica a normas interna­cionales”, “una reforma fiscal”, “la emisión de una nueva moneda con­vertible o la adopción del marco alemán”, la “liberalización de pre­cios”, las “privatizaciones y una nueva reforma agraria” (reprodu­cido por Courier International, 5/10). Es decir, un programa de guerra contra los trabajadores.


Así, uno de los primeros anun­cios de un hombre del “elenco de Kostunica”, cuando éste acababa de asumir, provocó -según la corres­ponsal de La Nación (16/10)- un “estado de shock” frente a lo que se interpretó como una burla a la pro­mesa de regularización de la provi­sión de combustible para el invier­no: los yugoslavos, dijo públicamen­te, “tienen que dejar de pensar que el Estado lo proveerá todo”. Duran­te la campaña electoral, la Dos ha­bía jugado con la normalización del abastecimiento en nombre de la ‘ayuda occidental’ y del ‘levanta­miento de las sanciones’.


Por todo esto, la Dos está ce­rrando filas con el viejo régimen contra los ‘comités’, como se verifica en el acuerdo para un gobierno de ‘transición’ en Serbia que deja “el control de cuatro ministerios, entre ellos Interior… en manos de un co­mité tripartito… (Integrado con) los socialistas de Milosevic (SPS) y el partido del perpetuo tránsfuga Vuk Draskovic” (El País, 22/10).


La Dos explota la presión de los ‘comités’ para depurar ciertas empresas con vistas a la próxima sanción de una ley de privatizacio­nes, que ya está en discusión. Para esto, “los partidarios del nuevo presidente se apoderan de las em­presas” (Le Monde, 18/10). La Dos, que ya controlaba importantes municipios del país, venía traba­jando en esa perspectiva. Ahora re- cicló incluso a algunos empresa­rios de la era Milosevic: “Así, el di­rector de la fábrica de máquinas herramientas de Nis salvó su em­pleo, renunciando a la presidencia del brazo local del SPS” (ídem).


Yugoslavia, antes aún de los bombardeos de la Otan, según ci­fras de 1998, había achicado su PBI a la mitad de 1989 y su pro­ducción industrial a menos del 40% (The Economist, 14/10). Si bien la guerra imperialista agravó todas las cifras, es indudable que el propósito del nuevo régimen es ‘acomodar’ ahora el empleo a los niveles de ‘mercado’, haciendo ta­bla rasa de la legislación laboral.


La nueva situación yugoslava, con Kostunica, parece haber con­denado a la “inutilidad” -dice de nuevo The Economist (14/10)- al líder del gobierno proimperialista de Montenegro, Djukanovik, “uno de los héroes de la diplomacia occi­dental después de dejar el campo de Milosevic tres años atrás”. An­tes, el imperialismo había hecho la vista gorda “a la red que asoció (y tejió Djukanovik) a casi todos los sectores de la élite montenegrina al mundo del contrabando y del crimen”. Ahora, está detrás de las maniobras de Kostunica, que in­tenta seducir al SPS de Montene­gro (en la oposición a Djukanovik) para que uno de sus hombres in­grese como primer ministro al go­bierno federal.


En condiciones históricas mu­cho más críticas que las de diez años atrás en el resto de Europa Oriental, el imperialismo y su ‘po­llo’, la Dos, enfrentarán más tem­prano que tarde la desilusión de las masas frente al régimen privatizador.