Juventud

10/12/2009|1112

Abajo la Asamblea Universitaria reaccionaria

Para el 14 de diciembre está convocada la Asamblea Universitaria de la UBA. La Asamblea será un simple trámite mediante el cual se reelegirá a Rubén Hallú como rector. No hay ningún otro punto a ser tratado ni podría, tampoco, haberlo: Como la Asamblea fue convocada antes de tiempo (debería hacerse en abril), los asambleístas no pueden resolver sobre ninguna cuestión por el simple motivo de que sus mandatos comienzan recién en marzo-abril del año que viene.

A esta altura del partido, el único escollo que deben superar las camarillas para asegurar la reelección de Hallú es el movimiento estudiantil. Los votos los tienen y con creces, ya que se han asegurado la inmensa mayoría del claustro de profesores y graduados. Tienen también el apoyo del bloque “progresista” de los decanos, que se ha fracturado porque su acercamiento al oficialismo ha tenido grados distintos. Un sector directamente votará por Hallú, dejando de lado todo preámbulo. Los decanos y figurones de “carta abierta” levantarán su mano junto con los destituyentes del grupo “Aurora” que encabezan, entre otros, radicales como Alterini y Cía. Los que señalan que la Universidad debiera dar el ejemplo deberán alegrarse de que la UBA se ha transformado en una experiencia piloto de pacto político entre las fracciones patronales.

El gobierno K es una pieza clave del pacto. Es que sin una fuerte presencia policial no hay forma de impedir que la movilización estudiantil convocada por la Fuba pueda derrotar a la Asamblea Universitaria reaccionaria.

La Asamblea Universitaria, si logra realizarse, será la expresión de un régimen decadente. Las camarillas no han reformado el Estatuto, incumpliendo la promesa de democratizar el cogobierno de la UBA, cuya composición mayoritaria está en manos de un reducido grupo de profesores y graduados. Ha quedado, incluso, por detrás de otras universidades que se han dado la política de hacer reformas cosméticas, simulando la idea de que procedían a una democratización. Acá ni eso. Cualquier cambio que se hubiese hecho implica una modificación en la relación de fuerzas entre los distintos sectores de las camarillas. Los intereses y prebendas, que abarcan decenas de millones de pesos, han fosilizado al régimen universitario al punto de que no logra siquiera proceder a pequeños cambios.

En todo este período, la UBA fue jugando un papel de mayor relevancia en la política nacional. Avaló la ley de medios del gobierno; sus técnicos se incorporaron al Indec para acercar posiciones entre el gobierno y el gran capital; apoyaron la utilización de la Anses como una fuente de financiamiento para los monopolios; incorporaron sus cuadros al gobierno para avanzar en un acuerdo entre el gobierno y el capital agrario; dieron un aval al saqueo minero aceptando la `coima` de la mina Alumbrera.

Esta “politización” de la UBA descoloca a quienes quieren limitar el accionar del movimiento estudiantil y docente a cuestiones de mero orden gremial, o que pretenden intervenir en esta lucha con exigencias reivindicativas, o sea, sin planteamientos de conjunto. El gremialismo concluye siendo, adaptación mediante, el paso previo a la cooptación.

En ese sentido, la lucha por la democratización de la Universidad debe llevarse a cabo señalando una perspectiva social y política: vamos por la democratización para transformar la Universidad sobre nuevas bases políticas y sociales, en función de los intereses de los trabajadores y de la emancipación nacional.

El 14 vamos con todo. Abajo la Asamblea reaccionaria. Fuera las camarillas privatizadoras. Vamos por la democratización de la Universidad, para luchar por las reivindicaciones y reorganizarla sobre la base del interés de las mayorías populares.