En su última reunión del Consejo Superior, las camarillas universitarias resolvieron dar vía libre al pedido de destitución de la rectora del Colegio Nacional de Buenos Aires, impulsado  por el rector Hallú.

La rectora, Virginia González Gass, es acusada por la designación de docentes para cubrir turnos vespertinos para los estudiantes del colegio, que el Rectorado había decidido no abrir, aduciendo falta de presupuesto. Hay, de todos modos, otras cuestiones en juego. Padres, estudiantes y docentes denuncian que detrás de la destitución de González Gass existe el objetivo de colocar un rector que lleve adelante la privatización del campo de deportes del colegio, ubicado en un lugar estratégico de Puerto Madero.

La expulsión de la rectora pone de manifiesto un problema político de envergadura. A menos de seis meses de completar su mandato, su destitución (en su momento, González Gass fue propuesta para ese cargo por Hallú) es una señal de la negativa del Rectorado a aceptar cualquier tipo de intromisión de los consejos resolutivos en las designaciones de los rectores del próximo año.

Hallú se apoya en una resolución que ofrece al rector la capacidad de determinar a dedo quién reemplazará a la rectora transitoriamente, hasta tanto el colegio pueda presentar una terna de candidatos para efectuar la sucesión. Por supuesto, la terna elevada será de carácter no vinculante y el rector se reserva para sí la decisión final respecto de la elección del nuevo rector.

La movilización de los estudiantes secundarios hasta las puertas de un Rectorado completamente vallado y rodeado por la Policía Federal, y a las asambleas realizadas en el colegio son una clara señal de la conciencia de los preuniversitarios sobre  este nuevo ataque del rector a la democratización de los colegios.