Juventud

21/11/2013|1294

El globo de ensayo de Carta Abierta en la UBA

No existe ningún debate entre los candidatos a rector de la UBA -su lugar lo ocupan los contubernios y trenzas que se desarrollan en el sigilo. El candidato en gateras, Alberto Barbieri, ni siquiera ha sido postulado públicamente. Este kirchnerista, ligado a Julio De Vido, es vicerrector y decano de Ciencias Económicas. Esta facultad es un ejemplo de tercerización universitaria de la última década. En la pelea de camarillas que precede a la elección del nuevo rector, Barbieri representa la transición PJ-massista, en contraste con Carta Abierta y el camporismo. Esta caracterización demuestra que la lucha contra la perpetuación de la camarilla de profesores es una lucha contra el ajuste.


En función de esta pugna, Federico Schuster, un K que supo ser decano de Sociales, protagonizó un "Foro por la democratización" de La Cámpora y otros grupos K el sábado 16 de noviembre. Entrevistado por Página/12, osó decir que "la universidad no tiene rumbo". Es falso: bajo el kirchnerismo, la penetración capitalista en la educación se reforzó, en concordancia con los lineamientos establecidos por organismos internacionales de crédito. Las facultades de estos "progresistas" también avanzan hacia la acreditación de los títulos por la Coneau, un engendro del Banco Mundial, que evalúa los posgrados de acuerdo con una nomenclatura establecida por las multinacionales. La gestión K de Exactas, que promueve a Schuster, ha firmado un convenio con Blackberry -para colmo, una multinacional en decadencia. La universidad ha perdido su autonomía política y económica, pues ha pasado a depender de las multinacionales, sea por "sponsorismo", por venta de servicios e incluso por pasantías (trabajo precario) que dejan a los decanos una caja suculenta. Los Barbieri y los Schuster han venido gobernando en yunta una UBA al servicio de las grandes patronales.


Schuster, que se presenta como representante de un bloque (Sociales, Filosofía, Exactas y minorías de Medicina y Farmacia), dice ahora que "hay que cambiar el estatuto" y que incluso a los "estudiantes les asisten razones valederas": el sociólogo busca obtener un título de "cooptador". Pero él y los decanos que lo acompañan fueron partícipes de esta universidad "sin rumbo" y estatuto caduco. En la entrevista recuerda que acompañó "al doctor Hallú" para defender "la gobernabilidad". Después de prometer sin cumplir, durante una década, que "los estatutos se reformarían", Schuster re-propone "cambiar el estatuto dentro de las normas vigentes". ¿Qué quiere decir con esto: que boicoteará la asamblea universitaria trucha porque se opone a cambiar los estatutos, o que se resignará a que todo quede como está, con la coartada de respetar "las normas vigentes"? Obviamente, esto último: lo que busca Schuster es un acuerdo entre camarillas.


Schuster se opone a elegir autoridades por medio del voto universal, porque descalificaría la representación de miles de docentes auxiliares -pero esto es, precisamente, lo que ocurre ahora, con el voto calificado por claustros (afirma que "no estamos de acuerdo con la idea de una persona un voto, porque eso dejaría a los docentes sin incidencia alguna"). Pero, ahora mismo, la enorme masa de los docentes no tiene "incidencia alguna", gracias al estatuto que no reformaron dirigiendo la UBA.


Schuster se juega su profesión de sociólogo cuando asegura que el problema universitario no es de forma o estatuto sino de contenido, pero no cuestiona el contenido actual de la universidad -una sucursal del gran capital. Es claro que un voto mayoritario docente-estudiantil no asegura, por sí mismo, una educación al servicio histórico de las mayorías nacionales, pero marcaría una ruptura con la dependencia de las multinacionales y desenvolvería un escenario político enorme para que los trabajadores disputen la orientación de la universidad.


Schuster convoca a "construir una fuerza política" dentro del "aguantadero" de la asamblea reaccionaria. Con esa excusa, su bloque "progresista" negoció su integración al pacto que coronó a Hallú, junto a la UCR y el PRO. Los cristinistas deslizan que el "asunto universitario" es esencialmente político. Pero la concepción política que le asignan a la universidad es la de ser furgón de cola del nacionalismo burgués. El derrumbe sin atenuantes de ese nacionalismo plantea un viraje radical, o sea la injerencia de las mayorías trabajadoras en la universidad.


Este es el contenido histórico de la posición adoptada por la Fuba, que reclama la convocatoria de una verdadera asamblea, en oposición a la claustocracia calificada del 5 de diciembre.