Juventud

2/12/2010|1157

FEL, del ultimatismo a una banda de lúmpenes

Desde que fueron expulsados del Partido Obrero, los militantes del FEL (luego TPR) han seguido un derrotero lastimoso. Primero, fueron destituidos del Pellegrini por asambleas masivas. En las recientes elecciones, los estudiantes los plantaron en el último lugar, cómodos. Probaron emigrando a otras escuelas -como el Normal 1, el Avellaneda o el Confederación Suiza-, pero no hubo suerte. Sus militantes no aguantaron más de un mes, sólo se ganaron nuevos enemigos y terminaron abandonando la cursada. Dicen que a algunos se los vio pasear unos días por el gran Buenos Aires, La Plata e incluso por Córdoba.

El Belgrano es el único colegio del cual aún no fueron expulsados, si bien todos sus militantes ya están libres. Pero esta afirmación entraría en duda si se convocara a elecciones democráticas en el Centro de Estudiantes. Por eso, un egresado del FEL del Pellegrini amenazó a un pibe de segundo año del Belgrano: “si presentás lista, te vamos a cagar a trompadas”. Un macho. Foquistas de cartón, se pasan la semana haciendo taekwondo o sipalki para terminar bravuconeando secundarios.

Insistimos. Ya no se trata de la incapacidad para desarrollar un trabajo político paciente y sistemático entre las masas… estamos frente a gente que ni siquiera puede mantener una relación cordial con ellas. De camarilla ultimatista a una pandilla indeseable. Lo del Buenos Aires ya fue demasiado. Una banda del FEL irrumpió en el escrutinio con botellas de vidrio, gas pimienta y manoplas, amenazando a un colegio entero. A la primera oportunidad, comenzaron a tirar botellas y cascotazos por los aires a pibes de diferentes agrupaciones, quienes contaban entre 13 y 18 años. Varios heridos tuvieron que ser hospitalizados. Se trató de un acto desesperado para obtener protagonismo, cuando ya es inocultable su impotencia política: no superaron el 5% de los votos. Pasados los hechos, muchos chicos han decidido apartarse de esta banda y, sinceramente, los felicitamos. Esperamos, por la salud física y mental de sus militantes -y por la de todo el movimiento secundario- que sea el último episodio de esta secta en descomposición.