Juventud

12/12/2013|1297

La pelea política dentro de la asamblea reaccionaria

g i

Las características de ingreso a la Asamblea Universitaria ilustraban de antemano su característica reaccionaria. Los consejeros pudimos pasar al recinto, luego de cinco retenes de control; muchos quedaron directamente fuera.

Nuestra denuncia

Luego de la presentación de los dos candidatos -Barbieri y Schuster-, reclamé el uso de la palabra, como consejero superior entrante, para expresar el mandato de la Fuba.

Así, denunciamos que el régimen antidemocrático de la universidad ha convertido a la UBA en una caja de las grandes corporaciones. Marcamos, en la cara de las camarillas, que aplican la política del Banco Mundial, con postgrados arancelados y proliferación de negociados al interior de la universidad pública. Ese y no otro es el programa político que tienen los decanos y el rector.

Dejamos en claro que el desarrollo de los negociados capitalistas se hace a costa de la universidad, estudiantes, docentes y no docentes. Una asamblea que pretendía actuar como mera escribanía, fue incapaz de defender con argumentos el acuerdo de la Facultad de Exactas con Blackberry, para desarrollar tecnologías con mano de obra de estudiantes y docentes.

Dijimos lo que ningún otro consejero: que al mismo tiempo que pretendían sustanciar esa farsa, tenía lugar otra asamblea, esta genuina, de trabajadores del Clínicas, que reclaman porque no hay analgésicos, sábanas y por el tomógrafo roto. Este vaciamiento devastador es responsabilidad de la claque profesoral que ahora coloca a Barbieri al mando.

Fue esclarecedor el momento exacto en que las camarillas y sus acólitos comenzaron a chiflar. Lo hicieron cuando leímos la moción votada por la Junta Ejecutiva de la Fuba, que reclamó la disolución de esa asamblea reaccionaria y el establecimiento de una nueva convocatoria para reformar los estutatos, surgida por el voto de toda la población universitaria. Dejaron bien en claro que rechazan y le temen como a la peste a someterse al mandato popular; finalmente, la masa universitaria votó hacia la izquierda, y este engendro derechista sólo persiste gracias a los estatutos reaccionarios que defienden.

La intervención de Lucía Maffey, consejera graduada por Exactas e integrante de la AGD, fue extraordinaria. Lucía puso en evidencia que la masa docente está completamente por fuera de las decisiones políticas, restringidas a la “claustrocracia profesoral”.

Refregó, en cara de las autoridades, que la UBA que defienden es la de los miles de docentes trabajando sin salario, mientras quienes tienen el “privilegio” de cobrar por dar clase o investigar, lo hacen en forma precaria.

Esclareció, por tanto, el apoyo de la AGD-UBA a la causa de la democratización y la unidad de lucha con el movimiento estudiantil. Nuestra moción nunca fue sometida a votación, sin que los paladines de “dar la pelea desde adentro”, los “Carta Abierta” de Schuster y compañía, abrieran la boca. Cabe mencionar la presencia de un asambleísta de La Mella por el claustro de graduados de Filosofía y Letras, que a diferencia de sus estudiantes, ingresó al recinto. Sin embargo, no abrió la boca más que abstenerse en la votación del rector.

Perspectivas

Se abre una nueva etapa política en la universidad.

La lucha por la democratización es la lucha por colocar a la UBA al servicio de las grandes mayorías. Este planteo debe ser llevado adelante en el momento que se refuerza la perspectiva privatista y ajustadora de la camarilla gobernante.

La necesidad es, ante este cuadro, de reforzar un movimiento estudiantil independiente del gobierno, los decanos y el rector para llevar adelante esta lucha.

Esta es la perspectiva que promovemos desde la UJS-Partido Obrero, valiéndonos de todas las tribunas conquistadas con ese mandato.