Juventud

30/4/2015|1361

La pelea por la dirección de la Fuba

Frente a una universidad en crisis


En las próximas semanas deberá convocarse el Congreso de la Fuba, en momentos en que la universidad atraviesa una crisis de proporciones. En ese marco, es más necesaria que nunca la derrota de los representantes del Rectorado en la disputa por la dirección de la Federación.


 


 


 


Crisis universitaria


 


 


El Rectorado de Barbieri, que asumió a fines de 2013 tras un acuerdo entre el gobierno y la mayor parte de las camarillas profesorales de la UBA, atraviesa por una severa crisis. Fue el ascenso del sector más derechista y ligado a los negocios de la camarilla profesoral. Se había comprometido con una política privatista como la que había aplicado a fondo en Económicas junto a Franja Morada (Nuevo Espacio). La situación ha cambiado con la caída del vicerrector Richarte, el ex Side convertido en académico, y ahora con la renuncia del decano que dejó Barbieri en Económicas. El dimitente (José Luis Giusti) es un alfil de la UCR que ocupó la Secretaría de Hacienda con Shuberoff -rectorado conocido como el “más corrupto de la historia”-, y luego se hizo macrista. La camarilla “sufre” la partida de un decano implicado en denuncias de violencia doméstica y corruptelas varias.


 


Al mismo tiempo, los planes de ajuste que cocina el Rectorado han chocado con la resistencia estudiantil y docente impulsada por Fuba y AGD. Por caso, la lucha victoriosa de los becarios por su equiparación salarial o el contundente paro de Matemática en el CBC, que quebró el cierre de cargos. Giusti y Barbieri debieron reincorporar a Gigliani, secretario general de la AGD-Económicas, tras una rápida e intensa lucha, luego de haberlo cesanteado. La camarilla ha vuelto a recular en su intento de alterar las condiciones de regularidad en los preuniversitarios, como consecuencia de las ocupaciones masivas del Buenos Aires y el Pellegrini.


 


 


La dirección de la Fuba


 


 


En las vísperas del Congreso de la Federación, las fuerzas de derecha que responden a esta camarilla de privatización y corrupción maniobra para recuperar la Fuba, que les fuera arrebatada hace más de una década. El conglomerado heterogéneo de la derecha no reúne, sin embargo, una mayoría propia; por eso busca cooptar a las agrupaciones pretendidamente independientes, y a parte del kichnerismo y la centroizquierda. Aún en este caso, tampoco tendrían un quórum propio.


 


Del otro lado, las agrupaciones de izquierda podemos reagrupar a más del 45% de los delegados. La UJS cuenta con la mayor cantidad de delegados y presidencias, y tiene presencia en todas las facultades. Para derrotar de nuevo a la derecha en el Congreso, es necesaria una movilización compacta de todo el bloque de izquierda y el ejercicio de una enorme presión sobre los sectores intermedios.


 


Estas agrupaciones enfrentan contradicciones objetivas. Las kirchneristas-cristinistas votaron contra la designación de Richarte, al que caracterizaban como parte de la camarilla de Stiuso; el decano de Exactas fue más lejos y rechazó el presupuesto. Por otro lado, los de Sociales respaldaron al gabinete mafioso de Barbieri “a cambio de obras”, pero su Facultad sigue hundiéndose. La crisis objetiva del régimen gobernante debe servir para inviabilizar un regreso de la derecha, en especial en un año electoral, que le serviría para apuntalar a los candidatos oriundos de la dictadura militar y del menemismo. La designación de Aguad, un cómplice político del genocida Benjamín Menéndez, como candidato a gobernador de la coalición macri-radical-juecista, no es moco de pavo, Lo mismo ocurre con la defensa legal que ha asumido Gil Laavedra de un ex juez procesista en Salta.


 


 


Una pelea nacional


 


 


El Congreso de la Fuba no se encuadra en los límites de la Academia, sino que tiene una dimensión política de conjunto. Llamamos a movilizar todas nuestras fuerzas en una gran campaña, que penetre en la base de los sectores intermedios entre los dos bloques que nos disputamos la dirección y que sirva para presionar a sus aparatos a no dar voto ni quórum a la corrompida coalición de la derecha.