Juventud

17/9/2016

Movilizaciones a cuarenta años de la Noche de los Lápices

Pasan los gobiernos, sigue la impunidad


A cuarenta años de la Noche de los Lápices, cuando las fuerzas de tareas de la dictadura militar secuestraron y desaparecieron a diez estudiantes secundarios de la Escuela Normal 3 de La Plata, se desarrollaron movilizaciones de conmemoración y de lucha en todo el país.


 


Las movilizaciones más importantes tuvieron lugar en La Plata y en la Capital Federal.


 


En La Plata hubo dos movilizaciones y ambas terminaron en Obras Públicas. El kirchnerismo encabezó una movilización propia, a la que se subordinaron Patria Grande y el PCR, que concurrieron con los centros que dirigen, y el MAS.


 


La otra movilización, convocada bajo la consigna “pasan los gobiernos, sigue la impunidad” (la misma que presidirá la movilización del 18 por Julio López a diez años de su segunda desaparición), fue una movilización independiente y participaron en ella la UJS-PO, La Brecha, la Juventud Guevarista y el PTS.


 


En Capital Federal, hubo una única marcha que fue desde el Palacio Pizzurno hasta Plaza de Mayo, pasando por el Congreso. Participaron la Federación de Estudiantes Secundarios (FES), la Coordinadora de Estudiantes Secundarios, la FUBA, la AGD, Ademys y UTE.


 


En la movilización porteña participaron alrededor de treinta centros de estudiantes de colegios secundarios, con columnas destacadas de los colegios Nacional y Carlos Pellegrini.


 


Las consignas que orientaron la movilización en la Capital fueron “boleto educativo gratuito”, “mayor presupuesto educativo”, “anulación de los tarifazos” y el fin de la impunidad para los militares de la dictadura.


 


En el interior del país también se sintieron las protestas. En Azul, tres centros de estudiantes se movilizaron a la Plaza San Martín para denunciar el ajuste de Vidal y reclamar por el boleto educativo.


 


La desaparición de los estudiantes platenses formó parte de un plan de exterminio contra una generación entera de luchadores, comandado por la burguesía y el imperialismo, y que se ensañó particularmente con la juventud y el movimiento obrero. Los sucesivos gobiernos democráticos fueron cómplices de este genocidio, amparando a la clase social que instigó el golpe y aprobando diversas leyes de impunidad. El gobierno de Cristina Kirchner, que se presentó como adalid de los derechos humanos, designó al genocida César Milani al frente del Ejército.


 


El gobierno de Macri, a su turno, procura recomponer la autoridad de las Fuerzas Armadas para apuntalar sus planes de ajuste. 


 


El mejor homenaje a los estudiantes desaparecidos es la organización independiente de todas las variantes políticas de la burguesía.