Juventud

16/9/2010|1146

Solanas no es Violeta Parra

Que vivan los estudiantes, ¿o no?

Pino Solanas no anduvo con vueltas para atacar las tomas de los estudiantes: “Si incentivamos ese tipo de soluciones en todos los niveles caemos en el caos” (Clarín, 10/9). La repercusión entre tanto grupo izquierdista prendido de sus faldas fue tan grande que tuvo que salir a aclarar que “acá lo criticable es que la Presidenta de la Nación incentive la toma, cuando su función como mandataria es pacificar los ánimos y encontrar soluciones consensuadas a la cuestión”.

La aclaración esclarece más de lo que Solanas pretende. En primer lugar, claro, porque no rectifica sino que ratifica: la Presidenta sería responsable, para Solanas, de la “caída en el caos”; los estudiantes serían apenas un instrumento de una conspiración oficial contra Macri. Solanas ha logrado, de este modo, colocarse a la derecha de los K, lo cual ni es poco ni nuevo.

Mientras Cristina ‘incentiva’ el caos, Pino no puede hacerse presente en los colegios y facultades ocupadas, simplemente porque no está de acuerdo con ello. Solanas, sin embargo, no traiciona, porque hizo conocer su aviso hace tiempo: no estuvo de acuerdo tampoco con las recientes movilizaciones en Andalgalá contra Agua Rica, otra minera de cielo abierto, que se encuentra en negociaciones con La Alumbrera y con la estatal Aguas del Dionisio. Pino prefiere el ‘caos’ de los edificios que se derrumban al ‘caos’ de las movilizaciones que procuran ponerle fin. Parece que prefiere también el que provocan las mineras a lo que resultará de la contaminación de las aguas y la destrucción de los recursos hídricos. Solanas no pretende -suponemos- ser una farsa, pero por lo menos repite la historia. Mientras la derecha hace demagogia social para engañar a los votantes, el centroizquierda se devana los sesos por hacer demagogia a favor del ‘orden’ y así ganarse las simpatías del Departamento de Estado. Como le recomendó Lula al uruguayo Mujica, hay que ponerse traje y corbata. Solanas quizá cuenta con ‘robarle’ votos a Macri. ¿Podría ser de otro modo de parte de quien votara la provincialización de los recursos del subsuelo y los decretos de necesidad y urgencia en la Convención que reformó la Constitución en 1994?

Es verdad que Pino destacó que “toda mi vida he sostenido que las tomas de las fábricas y las escuelas y los cortes de ruta son un método eficaz…” (ídem), pero parece que ya no cree en su ‘eficacia’ ahora, que es lo que importa. Pecados de juventud tuvimos todos; la obligación de la juventud es precisamente pecar. Pero ahora que Solanas busca la alianza con Binner, Stolbizer y Juez, cree que hay que adoptar actitudes sabias. La declaración de Pino lo muestra como un verdadero ‘hombre de Estado’: a sabiendas de la enormidad de la crisis política en curso y de las fuertes tendencias de lucha de las masas, ‘don’ Pino hace un llamado al ‘orden’. A diferencia del reformismo del siglo XIX, que impuso grandes conquistas sociales que hoy el capitalismo quiere destruir, el centroizquierdismo es una corriente conservadora. En América Latina se alinea con el FMI y en Europa vota los planes de ajustes (es lo que acaba de hacer el Bloco de Esquerda de Portugal -un frente de centroizquierdistas, maoístas y trotskistas, sobre el plan de ajuste de la Unión Europea-FMI para Grecia). El argumento de los portugueses también fue la necesidad de salvar a Grecia del caos.

Los Pino de todas las latitudes y características esgrimen un pasado loable. Pero desde la perspectiva del tiempo, se ve que si apoyaron luchas pasadas fue para hacer carrera; otra cosa es cuando creen que ella ha llegado a su punto de definición, y otra cosa es ‘ahora’ y no ‘antes’. A Pino no se lo vio en el corte de Paraná Metal, no se lo vio en Kraft y ahora ataca las tomas estudiantiles y ese caos en “todos los niveles”.

Los activistas tienen que sacar sus conclusiones. Lo mismo tienen que hacer las agrupaciones estudiantiles pinoístas que ocupan los lugares de estudio. El PCR y el MST pueden ir confirmando su disolución política.