Juventud

7/10/2010|1149

Una nueva etapa en el movimiento secundario

Después de un mes y medio de ocupaciones, el estudiantazo inicia una nueva etapa en los secundarios de la Capital Federal. Las tomas en 40 escuelas y las acciones de lucha en muchísimas más pusieron contra las cuerdas al gobierno macrista. Durante toda la primer parte del año, los funcionarios se habían negado a recibir a los pibes. Por ese motivo, los estudiantes del Confederación Suiza y del Moreno tomaron sus colegios y la Coordinadora Unificada de Estudiantes Secundarios (Cues) decidió ocupar el Ministerio de Educación porteño sobre el cierre del primer cuatrimestre, sin obtener ninguna respuesta a los reclamos. Mientras que algunos rechazaron estas medidas por considerarlas “aisladas”, nosotros las defendimos porque entendíamos que preparaban un proceso de lucha más general.

Asambleas masivas de la Cues, en pleno receso invernal, anticipaban la tendencia al ascenso de la lucha secundaria. El volante que la UJS repartió por esas semanas -“Organicemos el estudiantazo” (véase www.ujs.org.ar/2010/08/13/organicemos-el-estudiantazo)- orientó toda nuestra política hacia esa perspectiva. En catarata se fueron sumando las escuelas tomadas, que expandieron la organización de los secundarios por todos los confines de la Ciudad. El ministro Bullrich tuvo que retroceder y sentarse a negociar con los colegios en lucha.

Las concesiones del gobierno fortalecieron al movimiento, que fue sumando cada vez más adeptos. A la primera reunión con Bullrich concurrieron 20 escuelas, a la segunda 33 y a la tercera 54. Los terciarios, el Iuna y los universitarios se incorporaron al estudiantazo, colocando tanto a Macri como a los Kirchner en el banquillo de los acusados. La colosal marcha del 16 de septiembre, que coincidió con el pico de 33 colegios tomados, llevó el conflicto a Plaza de Mayo y permitió denunciar, de a miles y en el centro del poder político, a todo un régimen anti-educativo.

Los secundarios han arrancado numerosas conquistas, en particular en las escuelas más movilizadas. Sin embargo, muchos reclamos quedaron en el tintero, por lo que la lucha reivindicativa sigue abierta. La conclusión es clara: la organización y la lucha son el método para resolver la crisis educativa. En este sentido, la Cues ya ha votado un nuevo plan de acción.

El estudiantazo es un síntoma político que abre una etapa de grandes luchas en el país. Ahora, el movimiento secundario entra en una nueva fase. Después de las tomas, los colegios tienden a normalizarse, pero la situación ya no es la antes. Los estudiantes se ganaron el lugar protagónico en las escuelas, mientras que las autoridades se revelaron como agentes del Estado contra la lucha. Cambió la relación de fuerzas al interior de los establecimientos, lo que genera condiciones objetivas para extender el reclamo de la democratización, por la formación de consejos de escuela de estudiantes, docentes y no docentes, que hasta el momento se encontraba reducido a los preuniversitarios. En los once normales de la Ciudad estos consejos ya existen y tienen la facultad de elegir autoridades, pero los estudiantes secundarios se encuentran excluidos de los mismos. Los secundarios, que demostraron que son los que están en la primera fila a la hora de defender los colegios y la educación pública, tienen más que ganados su voz y voto en las decisiones que los atañen.

Es necesario darle una forma de organización permanente a la fuerza estudiantil, formando centros de estudiantes escuela por escuela. Esa es la tarea inmediata de las zonales de la Cues, que para fortalecerse tienen que sumar a todos los colegios del barrio. En cada centro, los activistas vivieron una gran experiencia política colectiva. Es el momento para consolidarla constituyendo agrupaciones estudiantiles de masas, que reagrupen al activismo de la toma y lo doten de un programa, cuyo punto de partida tiene que ser las delimitaciones políticas derivadas del propio proceso de lucha.

El estudiantazo reveló la fuerte tendencia de la juventud a sublevarse contra la destrucción de la educación, quebrando todos los intentos de regimentación armados desde el Estado. Puso en crisis la tentativa reaccionaria del nacionalismo kirchnerista de re-peronizar a la juventud, para volver a sujetarla como en el pasado a los políticos capitalistas del sistema. El estudiantazo abre un camino independiente para los secundarios, en la perspectiva de construir una gran organización socialista de la juventud que pelee junto a la clase obrera por una alternativa política propia.