MUJERES
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SI NO NOS ORGANIZAMOS, NOS MATAN
El asesinato de Elsa María Escobar, en su departamento de Núñez, y la violación de su hija de 13 años ha conmovido al país, incluso cuando todos sabemos que la violencia contra la mujer es cosa diaria.
Doméstica, sexual o criminal.
La complicidad de los jueces ha despertado un odio enorme, porque en ningún momento atendieron las denuncias reiteradas que se les hizo llegar sobre el acoso criminal del asesino.
No han atendido tampoco los reclamos por el asesinato, también en Núñez, de Lucila Yaconnis, que puede haber sido víctima del mismo asesino.
Tampoco el caso de Sabrina Kerrey, que el mismo individuo habría intentado violar en un ascensor, y que el juez caratuló como tentativa de robo.
En esto consiste la independencia del poder judicial —independencia del pueblo, sumisión a los intereses económicos del capitalismo.
Elsa y su hija resistieron la pesadilla que representaba su vecino criminal rodeándose de candados y rejas, encerrándose en una prisión.
Incluso la mujer del asesino vivía el drama de la violencia doméstica de su compañero.
Celeste Hazan, la esposa, es sobrina de la fundadora de Madres, Azucena Villaflor, hija de desaparecidos, luchadora en las organizaciones de derechos humanos.
‘Conoció’ la Esma durante unos días cuando tenía tres años
¿Qué hacer?
Depender de la protección del Estado es una quimera.
Lo mostró Cromañon y lo observamos todos los días en cada incidente cotidiano.
La policía protege a los poderosos, rodea de vallados la Casa Rosada y es la principal fuente del delito.
¿Qué hacer entonces?
Organizarnos nosotras mismas, como lo han hecho en numerosas barriadas las compañeras del Polo Obrero.
Organizarnos en verdaderas brigadas.
Intervenir colectiva y masivamente ante la menor denuncia de violencia.
Frenar los actos de violencia física con toda la fuerza de una acción organizada.
Llevar por la fuerza a los violentos ante los jueces, colectivamente, hasta que queden detenidos y la seguridad de las mujeres agredidas asegurada.
Movilizarnos para que los golpeadores sean expulsados del hogar y para que la familia reciba un subsidio del Estado que cubra el costo de su canasta mensual de gastos.
Promover la discusión de este grave problema en todas las organizaciones populares para que en cada barrio se desenvuelva el interés colectivo y se organice la actividad en común que libre a la mujer de toda violencia social o de género.
Mujeres, tomemos nuestras vidas y la historia en nuestras manos.