Políticas

23/2/2006|934

Tucumanazo


Hemos decidido sacar esta edición especial de Prensa Obrera, que destaca el enorme salto electoral del Partido Obrero en Tucumán y la consagración de dos diputados constituyentes, para advertir al conjunto de los luchadores de nuestro país y a sus organizaciones de la gran oportunidad que tenemos abierta.


 


Ya no estamos ante el ‘fenómeno aislado’ de Salta, o el ‘fenómeno aislado’ de Santa Cruz, o de avances ‘localizados’ en el cordón industrial de Rosario, o Jujuy, o Santiago del Estero, o el interior de la provincia de Buenos Aires, o, más allá de esto, las grandes votaciones en la mayor parte de las universidades nacionales o en empresas y sindicatos.


 


Los promedios provinciales del 7 al 10% implican votaciones en las zonas populares que llegan hasta el ¡25%!


 


Semejantes porcentajes expresan una tendencia popular, no solamente conciente, sino más profunda aún, inconciente.


 


El voto por el Partido Obrero tampoco es un voto ‘progresista’, ni desde un ángulo político, ni en su contenido social.


 


Primero, porque el voto al PO viene del obrero y del desocupado, incluso de los campesinos; es el resultado de una participación sin igual en la lucha, incluso de los sectores más explotados, miserables y sumergidos del país.


 


Segundo, porque no escondemos nuestro carácter revolucionario con referencia al sistema capitalista, lo proclamamos; los medios de comunicación se empeñan en recordarlo todos los días, claro que bajo el lenguaje del macartismo.


 


Ese voto irrumpe siempre en escenarios de crisis políticas en las alturas del Estado y de luchas populares indomables; es también el caso ahora en Tucumán, donde la ‘oposición’ tradicional desapareció de la escena y el oficialismo vive una aguda lucha de camarillas.


 


Es decir que el crecimiento electoral es parte orgánica del proceso social —de la lucha de clases.


 


Este desarrollo tiene lugar cuando en el país hay un gobierno que pretende retomar el ciclo del peronismo, las banderas nacionales y la representación de todas las clases de la nación.


 


Un gobierno que tiene como una de sus razones históricas impedir que la clase obrera actúe en forma autónoma y que sí se someta a la dirección de la ‘burguesía nacional’.


 


Es en oposición a esta nueva tentativa de sometimiento político de la clase obrera que el Partido Obrero crece masivamente en numerosas elecciones provinciales y locales.


 


Todos los que luchamos sabemos que es más difícil un combate electoral que una lucha reivindicativa parcial; en las elecciones prevalecen el dinero y los aparatos.


 


En las elecciones desarrollamos, nosotros, la oposición de conjunto, histórica, al capitalismo.


 


Conquistar un numeroso voto popular tiene, por este motivo, un significado político concreto, o sea socialista.


 


Vamos a las elecciones para organizar una oposición política socialista, o sea para crear las condiciones para luchar por el poder.


 


Llamamos a todos los compañeros que luchan en defensa de los oprimidos, y a las organizaciones en las cuales muchos de ellos militan, a advertir lo que está ocurriendo, y a aprovecharlo en beneficio de una causa común.


 


A desarrollar una alternativa de poder obrera y socialista, que en definitiva es construir un gran partido de lucha y organización de la clase obrera.